viernes, 10 de julio de 2009

PUEDE QUE MANGUEL TENGA RAZÓN


En un artículo del suplemento Babelia del pasado sábado Alberto Manguel habla de esos libros que nos cuentan lo que leen escritores a los que en mayor o medida admiramos. Manguel en concreto habla de cuatro libros; Cuentos y cuentistas: el canon del cuento de Harold Bloom, Ensayos de Natalia Ginzburg, Mecanismos internos de Coetzee y Si mi biblioteca ardiera esta noche de Aldous Huxley. Del libro de Bloom ya comenté algo en este blog y acabo de terminar de leer el libro de Coetzee. Manguel reseña estos libros y los pone como ejemplo de esos libros que nos cuentan lo que otros leen y que en cierta forma nos incitan a nuevas lecturas o nuevas formas de acercarnos a determinados escritores. Sin embargo, de los cuatro libros reseñados en el artículo de Manguel los dos que yo he leído son los que tacha de menos interesantes. El de Bloom por las ausencias significativas y por las sentencias que dedica entre otros a Borges y el de Coetzee por la frialdad con que se acerca a los libros y autores que comenta. Dice Manguel que ninguno de estos dos títulos despiertan la verdadera pasión del lector con la misma intensidad con la que lo hacen el libro de Ginzburg o el de Huxley. Puede que tenga razón, no por la crítica a Cuentos y cuentistas ni a Mecanismos internos, con la que estoy y no estoy de acuerdo, además, algo le habrán gustado porque sino ni los mencionaría. Puede que tenga razón y los libros de Ginzburg y Huxley sean aun mejores que los de Bloom y Coetzee. Yo por el momento iré a buscarlos a la librería porque para eso sirven las lecturas de otros, para incitarte a leer.

viernes, 3 de julio de 2009

MENOS MAL QUE NOS QUEDA EL MANGA


Me acerco a la librería en busca de una novedad fresquita para estos días de treinta y todos grados centígrados y lo único que encuentro son trilogías de thriller escandinavo, ejércitos de vampiros de todo tipo (desde los vampiadolescentes con problemas hormonales hasta los vampiros de verdad, esos que dan miedo de verdad, presentados por el polifacético Guillermo del Toro), novelas históricas continuación de otras (sino son continuadoras en la trama lo son en el marketing) que pronostican ventas impúdicas o más thriller escandinavo. Eso es todo. Nada más. Las editoriales se van de vacaciones o centran sus esfuerzos en la próxima campaña de libros de texto, afilando cuchillos y preparando las arcas y lo único que ofrecen son historias repetidas para llevarte a la tumbona de la playa. Podría haber rebuscado entre las estanterías y llevarme algo fresquito y de fácil digestión, hay títulos de sobra y de altísima calidad que se ajustan a eso que se llama “lecturas de verano”. Sin embargo yo quería algo nuevo, algo realmente fresco, tuve que deambular hasta la mesa de novedades infantiles, quién sabe por qué estaba allí, para encontrarme con la última entrega del archifamoso comic Naruto. Manga japonés, del bueno. Fresquito, fresquito, como un tinto de verano. Menos mal que nos queda el manga. Me voy con Naruto a la piscina a ver si se me ocurre una trama en la que pueda mezclar un vampiro con el clima escandinavo, un misterio histórico repetido y un ninja japonés.