Se cumplen cien años del nacimiento de Miguel Hernández. Cien años de los que él sólo pudo disfrutar treinta y uno, antes de que la tuberculosis le matara en las cárceles franquistas. Tres décadas entre las cabras y la literatura, tres décadas pegado a la tierra más viva y más, tan de moda que está ahora, ecológica. En palabras de Dámaso Alonso su poesía era: una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando… Todos recordamos la elegía a Ramón Sije y, cómo no, las Nanas de la cebolla, sin embargo el primer poemario de este poeta joven, escrito entre cabras y paisajes mediterráneos, fue: Perito en lunas. Tan de la tierra, tan deseando la luna... Tan sólo tenía veintitrés años, nada más. En Orihuela, donde nació Miguel Hernández, tienen preparados un montón de actos conmemorativos para este centenario, de entre todos ellos destaca la idea de llevar hasta la luna ese primer libro; Perito en lunas. Piensan contratar un vuelo espacial que envíe una cápsula a la luna, una cápsula que dejará en la superficie lunar un ejemplar de aquel primer poemario (prologado por Ramón Sijé). No creo que nadie lea allí en la luna, junto a la huella de Neil Armstrong, los poemas de Miguel Hernández, pero eso no importa. Lo importante es el gesto, el acto en sí, el detalle, el recuerdo, lo emotivo. Pura poesía, sin duda.
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Sería muy emocionante poner ese libro de Miguel Hernández en la luna como un acto de amor, de desagravio, de complicidad y fantasía. Gracias Miguel porque has tocado tantos corazones, entre ellos el mio desde hace 30 años cuando te leí por primera vez.
ResponderEliminarTambien Orihuela me ha acompañado aunque no tengo ni remota idea de donde queda, a lo mejor está en la luna....