Existe otra versión para el Premio.
Uno está en casa. Probablemente desayunando o haciendo la habitual absorción anal de dos litros de agua y recibes una llamada de teléfono. Vas a ganar Mi Premio, dice Dios. No desparramas el café ni las tostadas, no te inmutas porque tú ya lo has ganado todo, hasta la medallita sueca cuelga reluciente sobre tu abdomen. No tengo tiempo, le respondes a Dios. Sin embargo, el Todo Poderoso, es terco y no se va a dar por vencido fácilmente. Él quiere que ganes su Premio y tú vas a ganar su Premio. No te hace falta tiempo, advierte. No tengo ideas, sigues replicando. No te hacen falta ideas. Yo las tengo todas. Te avisa Dios, que para eso es Dios. Cuando Él quiere que ganes el Premio, tú, simple mortal, por mucho que hayas entrado en el Olimpo de los Nóbeles, lo ganas. Yo te doy el manuscrito, te explica Dios, tú sólo firma y los dos nos hacemos más ricos. Así, a veces, actúa Dios.
Coincidiendo con el fallo del Premio Planeta de este año el juzgado de instrucción número dos de Barcelona ha admitido a trámite una querella por un delito contra la propiedad intelectual cometido por la editorial Planeta. Según parece, la novela La cruz de San Andrés de Camilo José Cela tiene tantas similitudes con la obra Carmen, Carmela, Carmiña de María del Carmen Formoso que todo parece indicar que se trata de un caso de plagio. Ambas novelas se presentaron a la edición del Premio Planeta de 1994, con la diferencia de que en el caso de María del Carmen Formoso la presentó un mes antes que Cela. Sea o no cierto el caso, en cuanto a plagios, prefiero la, supuesta, opción de Houellebecq.
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