En la última entrada olvidé mencionar el libro Los cuentos (Tusquets), una recopilación de los relatos de Ramiro Pinilla editada antes del verano. Los personajes e historias que aparecen en estas páginas son una estupenda introducción al universo (pequeño, pero universo al fin y al cabo) de Pinilla para quienes no han tenido el placer de disfrutar de sus novelas y para aquellos que ya conocemos a los Baskardo un reencuentro grato. El mismo autor asegura que muchos de estos cuentos funcionaron en su momento como embriones de alguna de sus novelas, bocetos que no por ser breves (y no tan breves) pierden intensidad. En realidad, si uno lee toda la obra de Ramiro Pinilla descubre que hay un hilo conductor, un nexo común que convierte a cada título en la pieza de un solo puzle. Algunos dirán que ese elemento aglutinador es el paisaje, la geografía, el clima, Getxo, la costa vasca, sin embargo, va más allá, mucho más allá del escenario. Al igual que sucedía con Faulkner y su Yoknapatawpha County el Getxo que narra Pinilla es mucho más que un punto en el mapa. Vale, puede ser que Ramiro Pinilla no sea Faulkner, la txapela con la que cubre su cabeza no tiene la elegancia dandy de la que siempre hacía gala el escritor de Mississippi, pero que conste que si don Ramiro no es Faulkner es porque no le da la gana, que para eso es de Bilbao, coño.
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