Me dejaron el libro de Miguel Mena en la calle del Calvario, junto con unas cervezas. Me avisaron: ten cuidado que duele. Lo llevé, precavido, por la calle del Amparo, por la del Oso, también por la del Carnero, atravesé Mira el río Alta y llegué a la calle del Humilladero que está al lado del callejón de los Irlandeses. Subí aproximadamente unos doscientos escalones hasta el tejado en el que vivo, me senté en la taza del váter y no me levanté hasta terminarlo. Lo ley de un tirón y en su lectura atravesé amparos y calvarios, vi osos y supongo que carneros. Leí historias breves, sorprendentes como las que contaría un grupo de irlandeses borrachos, me mojé en algún río, sonreí, lloré, me entristecí, me turbé, me asomé a un tejado y pensé en esas casualidades nada casuales que casualmente se cruzan en la vida de todos y nos entrecruzan a unos con otros. Lo leí todo de un tirón, incluidas las muchas y variadas fotos que tiene. No me dolió, porque las cosas buenas y buenas son siempre las cosas que salen de adentro, por muy oscuro que sea el adentro de cada cual, las cosas buenas, decía, no duelen, enternecen. El autor le llama a su libro Piedad, yo, el lector, le llamaría ternura, porque si algo tiene este libro es ternura, incluso cuando nos habla de la maldita ironía del destino casual; infinita ternura. Gracias, señor Mena, por el breve y profundo paseo por los pequeños detalles, las ínfimas casualidades inapreciables que de una u otra manera lo marcan todo. Y un abrazo sonoro al niño sin voz.
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Casualmente antes de ayer en televisión en el programa Página 2 (creo), que iba como siempre a cambiar cada vez que pongo la tele, hasta que recorro todos los canales y la apago... estaban entrevistando a Miguel Mena por este libro y no pude sino atenderle, y te doy la razón, hablaba de dolor, de las paradojas de la realidad, porque no hacía sino contar situaciones reales, del Real Zaragoza, de terrorismo, de la ambivalencia de la esperanza y la desesperanza a la vez, pero al espectador, ya no sólo al lector, levantaba ternura y unas ganas por conocer alguno de los relatos, así que esperaré a que alguien me sitúe con él en la calle del Calvario junto con alguna cerveza.
ResponderEliminarCA estas son coincidencias de las que hablaría Mena en su libro, yo hablo de un libro del que tu ves un reportaje en la televisión y ahora hablamos los dos de ese momento en este medio mientras pensamos si en la calle del Calvario encontraremos unas cervezas que mitiguen tan sufrido nombre.
ResponderEliminarGracias, David
ResponderEliminarPor leer "Piedad", por tu comentario y por el abrazo sonoro para Daniel que le daré en tu nombre.
Cosas así justifican todo el tiempo invertido en un libro
Gracias, de corazón (como el de la portada)
En Zaragoza me tienes si puedo hacer algo por ti
Un abrazo
Gracias a ti, Miguel, por leer mi breve entrada, por dejarme este comentario, por darme la alegría de tu libro y ahora la ilusión de tu comentario. No te conozco de nada y sin embargo te noto cercano. Tierno y grande, Miguel. Gracias por escribir.
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