Cretino, imbécil, misógino, maleducado, canalla, histriónico, provocador, paranoico, superficial, cínico, cabrón e hijo de puta (dicho por su propia madre), son algunos de los insultos que Michel Houellebecq lleva prendidos a su pechera con confesable y exhibicionista orgullo nihilista. Desde hace unas semanas le han añadido uno más a esa larga y exagerada lista de improperios: plagiador. Estoy convencido de que al bueno de Michel no le importan lo más mínimo las continuas críticas a su obra, a su biografía, a su persona-lidad, incluso a su pene. Me da a mí que no es de los que dedica las mañanas de los domingos a recortar las reseñas que sobre sus obras hacen en los suplementos editoriales, me da a mí que realmente se la trae al pairo todo o casi todo en esta vida, empezando por su propia obra, me da a mí que sus novelas no son más que una terapia, un diván de psicoanalista no sólo gratuito, sino que beneficioso y, claro está, más beneficioso cuanto peor hablen de él. Insultadme, insultadme más, que me pone, me excita, escupidme hasta que llegue al orgasmo y mientras dejad que mi cuenta corriente crezca y crezca. Con su última novela La Carte et le Territoire ya tiene el éxito asegurado. Un nuevo escándalo de este enfant (ya madurito) de la literatura francesa. Le han acusado de plagiar párrafos enteros de la Wikipedia, dicen que hasta el título está pinchado, cortado y pegado de la Wiki-wiki. Puede que sea cierto, puede que simplemente se trate de un truco editorial para vender más, puede que todo sea un mal entendido o que Houellebecq tenga un “negro” que haya querido vengarse de su sueldo miserable. Sin embargo, todavía no alcanzo a comprender que fundamento tiene acusar a nadie de plagiar a la Wiki, universo intelectual donde todo es anónimo y donde el noventa por ciento de lo publicado es a su vez un refrito de otras publicaciones no reseñadas. ¿Y si el autor anónimo del artículo de la Wikipedia fue el propio Houellebecq? ¿Estaríamos, entonces, ante un caso de auto plagio? No lo sé. De todas maneras, como los escándalos, cuando producen dinero, nunca vienen solos el escritor italiano Fabio Filipuzzi ha decidido copiar a Houellebecq y ha sido acusado por la editorial que le publicaba, en la que trabajaba como subdirector, de plagiar sus últimos (y creo que únicos) seis libros. Claro que el italiano, más refinado que el galo, no copiaba de la Wikipedia, sino a gente tan anónima como Peter Handke o Philip Roth.
jueves, 30 de septiembre de 2010
viernes, 24 de septiembre de 2010
SI BREVE DOS VECES BUENO
En el último número de Babelia, el del día 18, Antonio Muñoz Molina nos habla de esto de escribir. Le sirve de escusa su participación en la presentación del último ensayo del director de la RAE (sillón c) Victor García de la Concha: Cinco novelas en clave simbólica. En este acto Muñoz Molina coincidió con Vargas Llosa quien era arte y parte del ensayo del Dire al ser objeto de descuartizamiento su famosa novela La Casa Verde. Creo que a mí me impactó más Conversación en la Catedral o La guerra del fin del mundo, pero Muñoz Molina declara en el artículo la deuda personal con esa novela. La casualidad, o no, hace que estos días yo esté leyendo a la vez un curioso libro de Muñoz Molina titulado Pura alegría (Alfaguara, 2008) en el que se recogen diversos artículos y conferencias, incluido el discurso de ingreso en la Academia (el de Úbeda ocupa el sillón u), que son una declaración de principios literarios y una explicación concisa, hermosa y perfecta de lo que él entiende que es y debería de ser la literatura. Y para colmo de casualidades y coincidencias, de destinos y azares, o no, hoy mismo, día 24, aparece el resumen de una conversación de Muñoz Molina con el historiador Justo Serna, en el que destaca el titular: Lo que se difunde como la historia de España es la historia de la señorita Pepis. Me parece perfecta la frase, me parece insuperable Muñoz Molina cuando es conciso. Claro que al lado del artículo citado hay una entrada web donde se lee: Muñoz Molina narra el drama del exilio en mil páginas. Mil páginas, una tras otra, una, dos, tres, hasta llegar a mil… Más que una tesis doctoral… Y sin embargo, qué bien escribe cuando no supera las cuatrocientas o quinientas páginas, qué buenas, qué placer leer Beatus Ille o Plenilunio o este último descubrimiento por mi parte, Pura alegría, tan placenteras como ese bourbon que bebe Biralbo en El invierno en Lisboa, en pequeñas dosis; sensacional.
viernes, 17 de septiembre de 2010
ARTEFACTOS LITERARIOS
Salinger murió hace unos meses y entonces ya sabíamos todos que a no tardar mucho comenzarían a aparecer novelas inacabadas, manuscritos inéditos, correspondencia privada y chascarrillos indiscretos del huidizo escritor. Eso es lo habitual. Sin embargo, una vez más la realidad supera, con creces, a la ficción y, como si se tratara de un relato escatológico de Palahniuk, un negocio de antigüedades de Carolina del Norte (USA) subastó este verano a través del eBay la taza del váter del padre putativo de Caulfield por la irrisoria cifra de un millón de dólares. El vendedor (evidentemente sin escrúpulos) lanza, cual cebo comercial, la idea de que muchas de las páginas escritas por Salinger tuvieron su origen, cuando no su fecundación en ese trono pulido y blanquecino. Además, acompaña al utensilio con una carta certificada de la viuda del Salinger, doña Johan Littlefield, en la que asegura que allí, en ese asiento, depositó su marido sus posaderas e ingenio. No creo que tengan mucho rigor los análisis críticos de ambos personajes, vendedor y viuda, pero resulta inevitable concluir que ambos consideran el arte del difunto una auténtica mierda y por consiguiente subastan por 766 mil euros (cambio a día de hoy) el váter de Salinger. Desconozco si alguien ha tenido el dudoso gusto y la dichosa fortuna de comprar un artefacto tan literario y lamento no tener yo en mi posesión un kleenex de Salinger o de Saramago o de cualquier otro fallecido reciente. Habrá que continuar atento al eBay para ver que otros artefactos literarios de vital importancia creativa aparecen próximamente.
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