Salinger murió hace unos meses y entonces ya sabíamos todos que a no tardar mucho comenzarían a aparecer novelas inacabadas, manuscritos inéditos, correspondencia privada y chascarrillos indiscretos del huidizo escritor. Eso es lo habitual. Sin embargo, una vez más la realidad supera, con creces, a la ficción y, como si se tratara de un relato escatológico de Palahniuk, un negocio de antigüedades de Carolina del Norte (USA) subastó este verano a través del eBay la taza del váter del padre putativo de Caulfield por la irrisoria cifra de un millón de dólares. El vendedor (evidentemente sin escrúpulos) lanza, cual cebo comercial, la idea de que muchas de las páginas escritas por Salinger tuvieron su origen, cuando no su fecundación en ese trono pulido y blanquecino. Además, acompaña al utensilio con una carta certificada de la viuda del Salinger, doña Johan Littlefield, en la que asegura que allí, en ese asiento, depositó su marido sus posaderas e ingenio. No creo que tengan mucho rigor los análisis críticos de ambos personajes, vendedor y viuda, pero resulta inevitable concluir que ambos consideran el arte del difunto una auténtica mierda y por consiguiente subastan por 766 mil euros (cambio a día de hoy) el váter de Salinger. Desconozco si alguien ha tenido el dudoso gusto y la dichosa fortuna de comprar un artefacto tan literario y lamento no tener yo en mi posesión un kleenex de Salinger o de Saramago o de cualquier otro fallecido reciente. Habrá que continuar atento al eBay para ver que otros artefactos literarios de vital importancia creativa aparecen próximamente.
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