En el último número de Babelia, el del día 18, Antonio Muñoz Molina nos habla de esto de escribir. Le sirve de escusa su participación en la presentación del último ensayo del director de la RAE (sillón c) Victor García de la Concha: Cinco novelas en clave simbólica. En este acto Muñoz Molina coincidió con Vargas Llosa quien era arte y parte del ensayo del Dire al ser objeto de descuartizamiento su famosa novela La Casa Verde. Creo que a mí me impactó más Conversación en la Catedral o La guerra del fin del mundo, pero Muñoz Molina declara en el artículo la deuda personal con esa novela. La casualidad, o no, hace que estos días yo esté leyendo a la vez un curioso libro de Muñoz Molina titulado Pura alegría (Alfaguara, 2008) en el que se recogen diversos artículos y conferencias, incluido el discurso de ingreso en la Academia (el de Úbeda ocupa el sillón u), que son una declaración de principios literarios y una explicación concisa, hermosa y perfecta de lo que él entiende que es y debería de ser la literatura. Y para colmo de casualidades y coincidencias, de destinos y azares, o no, hoy mismo, día 24, aparece el resumen de una conversación de Muñoz Molina con el historiador Justo Serna, en el que destaca el titular: Lo que se difunde como la historia de España es la historia de la señorita Pepis. Me parece perfecta la frase, me parece insuperable Muñoz Molina cuando es conciso. Claro que al lado del artículo citado hay una entrada web donde se lee: Muñoz Molina narra el drama del exilio en mil páginas. Mil páginas, una tras otra, una, dos, tres, hasta llegar a mil… Más que una tesis doctoral… Y sin embargo, qué bien escribe cuando no supera las cuatrocientas o quinientas páginas, qué buenas, qué placer leer Beatus Ille o Plenilunio o este último descubrimiento por mi parte, Pura alegría, tan placenteras como ese bourbon que bebe Biralbo en El invierno en Lisboa, en pequeñas dosis; sensacional.
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