Yo hubiera elegido cualquier otro poema de Gonzalo Rojas, tantos como escribió. Muchos hablan de la muerte y de los muertos, con esa sorna tan particular del poeta chileno. Hubiera elegido: La farsa, Al muerto lo bañaron, Materia de testamento, Cable sin él, Parece que de lo que uno muere es de maniquí, Dado lo extremo de la situación, ¿A qué mentirnos?, Contra vosotros naciendo. O tendría que haber elegido, porque fueron los versos que me descubrieron a su autor: Enigma de la deseosa. Ese tendría que haber sido me discreto homenaje para Gonzalo Rojas. Sin embargo, él ya dejó previsto su epitafio y no seré yo quien le lleve la contraria.
Epitafio
Se dirá en el adiós que amé los pájaros salvajes, el aullido
cerrado ahí, tersa la tabla
de no morir, las flores:
aquí yace
Gonzalo cuando el viento
y unas pobres mujeres lo lloraron.
Historia, musa de la muerte. Gonzalo Rojas.
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