Un día
Méli me recomendó el cómic de Étienne Davodeau Los ignorantes. Yo tomé buena nota de su sugerencia, no en vano
hace unos años me regaló una novela titulada Grandes pechos, amplias caderas, de un tal Mo Yan y, ya ven, ahora
el chino desconocido es todo un premio nobel.
Así que me agencié el cómic de marras y me sumergí en sus viñetas y en
sus viñas. Con un trazo amable y reposado Davodeau nos conduce por un viaje a
través del mundo de los vinos y de los cómics. La propuesta es sencilla: el
autor queda con su buen amigo Richard Leroy viticultor de la ribera del Loira y
mientras uno le enseña al otro el apasionante mundo del cómic el otro le hace
entender que hay tras la botella de un buen vino. La poda, el abono (químico o
no), la vendimia, la fermentación (también química o no) del vino, la elección
de la cuba adecuada, el manuscrito, los
editores, la feria de Angulême, la impresión, la experiencia del dibujante,
todo un año de convivencia entre el cómic y el vino. Una idea original y
novedosa dentro del mundo de la viñeta, más propio de un documental que de un
tebeo, pero que ha resultado ser todo un acierto que probablemente tenga sus
continuadores. Si algo destila este último trabajo de Davodeau es amabilidad y
un sincero amor por el cómic y por el vino, el buen vino y la buena viñeta, una
combinación deliciosa. Delicatessen.
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