viernes, 15 de marzo de 2013

LEÓN DE ARANOA Y LOS DRAGONES



Fernando León de Aranoa es cineasta, no le ha quedado más remedio naciendo como nació en pleno siglo XX. Sin embargo, no puede disimular su verdadera vocación de buscador de dragones, una profesión ya olvidada que quedó sepultada bajo las ruinas de aquel mundo llamado Fantasía. No hay más que observarle para descubrir los restos del rastreador de dragones: su barba de montaraz, su melena aventurera y díscola, protegido siempre tras una cámara cual escudo hechizado y con la espada de los diálogos siempre afilada. Dragón, según la Wikipedia (que alguna vez acierta), viene del griego δράκων (drákōn), que parece derivar (siempre citando esa fuente inagotable) de δρακεν "ver claramente". Eso es lo que busca León de Aranoa recorriendo la geografía humana, olfateando sentimientos, reconociendo huellas marcadas en la memoria: “ver claramente”.
Entre plano y plano, aprovechando el haz difuso de algún foco, o a contraluz, este director de cine ha encontrado tiempo para ir escribiendo pequeñas piezas literarias que ahora reúne bajo el título Aquí yacen dragones. Ciento trece relatos, algunos muy cortos, otros muy poco largos, que sirven para que este buscador de dragones continúe llevándonos por esa travesía romántica y humana, más allá de los márgenes del mapa, más allá de ese punto que a modo de advertencia se marcaba antiguamente con la sobrecogedora y a su vez atrayente frase: aquí yacen dragones.

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