viernes, 24 de mayo de 2013

LLAMAZARES, VUELVEN LAS LLUVIAS Y EL LOBO



Desde el año 2005 no había escrito ninguna novela y aquella El cielo de Madrid, resultó un tanto floja, algo desorientada,  como un ejercicio de terapia hecho al calor de una cachimba, un desparrame artístico existencial con brochazos biográficos que quería contarlo todo, pero que por momentos pecaba de exceso de interioridad y a veces deambulaba por paisajes simplones pintados con  tonos pastel. Después ha seguido con otros géneros como los estupendos relatos recopilados en Tanta pasión para nada (2011), o algún libro de viajes, o sus artículos periodísticos. Sin embargo, somos muchos los que esperábamos recuperar el placer de leer al Julio Llamazares de Tierra de lobos o de La lluvia amarilla. Hemos tenido que esperar, es verdad, pero aquí está: Las lágrimas de San Lorenzo (Alfaguara). Un libro que habla sobre la soledad, sobre la memoria, sobre las relaciones de un padre y un hijo que contemplan en una noche de agosto esa lluvia de estrellas, las Perseidas. Estrellas fugaces que sirven como metáfora de los anhelos y las desilusiones, los deseos y las pérdidas, los encuentros y los desencuentros. Vuelve Llamazares a hablarnos de la memoria, que es su paisaje natural, con esa lluvia, ya sea de estrellas, ya sea amarilla, siempre poética, que nos cala hasta lo más profundo y esa mirada suya tan certera, como  de lobo, de lobo escondido en las profundidades del bosque, lobo que observa lo que sucede allá, aquí, abajo, en el valle para luego aullarlo a la luna, en negro sobre blanco. Gracias por volver, Julio.

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