Yo he leído Cien años de soledad, El amor en los tiempos de cólera, Crónica de una muerte anunciada, El general en su laberinto y ayer terminé El coronel no tiene quien le escriba. He leído a García Márquez y lo admiro, una admiración sincera, profunda y agradecida. Creo que pocos libros me han entusiasmado tanto como Cien años de soledad, es sin duda, uno de mis libros preferidos. Ayer, más o menos a las dos de la madrugada, terminé de leer esa pequeña novela, o relato extenso, titulado El coronel no tiene quien le escriba. Me habían hablado y muy bien de ella, pero por diversas razones no lo empecé hasta el otro día y ayer concluí su lectura. Son cien páginas, cien monumentales páginas de cómo se ha de escribir cualquier historia que uno quiera contar. Cien apoteósicas páginas, enormes, grandes, maravillosas… asquerosamente perfectas. Por qué escribe usted así, señor Gabo. Por qué me deja este sabor amargo en el paladar tras la lectura del Coronel. Por qué tiene usted, señor Gabo, la mala leche de hacerme comprender que por mucho que quiera, jamás, jamás, llegaré a crear no ya una frase de las que usted escribe, siquiera una mínima preposición. No es cierto que el coronel no tenga quien le escriba, es que el coronel no deja, después de él, que nadie siga escribiendo. ¡Mierda!
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ummm... en esto no tenemos la misma opinión; me gusta Gabo, por supuesto, negarlo sería una aberración literaria y una impostura al haber disfrutado tanto con sus lecturas; pero con El coronel no tiene que le escriba... no puedo decir lo mismo, no me pareció lograda la tensión, no llegué a profundizar todo lo que hubiese querido en el personaje, había algo de artificial que por otro lado no supe definir bien. Tuvo que pasar un tiempo hasta que una recomendación me volvió a enganchar a Márquez, La hojarasca, maravillosa, una novelita ambiental, con sabor mágico, con tensión atmosférica, con espacios indómitos. Hace unos días tuve el privilegio de asistir a una lectura de José Emilio Pacheco en Madrid, y contó la anécdota de cómo Gabo en una visita a México se plantó en casa del poeta para devolverle este libro (La hojarasca) que años atrás le había prestado al propio autor de la misma a consecuencia de una conferencia allá... como si se tratase de ese viento de origen extraño que nos transporta en la levedad para descubrir un mundo mágico. Uy, perdón por la extensión... en cualquier caso, una entrada así, sirve para un día volver a enfrentarme con más armas a El coronel no tiene quien le escriba y eliminar así ese factor subjetivo que bien puede ser provocado por una cuestión de ánimo. Un fuerte abrazo, ¿nos vemos el lunes, no?
ResponderEliminarummm... No te gusta El coronel no tiene quien le escriba... ummm... No te gusta porque la consideras artificial, precisamente la novela, quizá, menos mágica de García Márquez... Ummm.. Bueno, prometo releer La hojarasca, cuando la leí no me convenció, pero supongo que cada novela tiene su lector y cada lector su momento. Gracias Conrado por el comentario y por la disidencia. Las opiniones contrarias siempre enriquecen, así que prometo releer La hojarasca.
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