lunes, 19 de julio de 2010

LAS NOTAS DE NABOKOV

El propio Nabokov reconoció que estuvo a punto de convertir en cenizas el manuscrito de Lolita. Los biochismosos (autorizados y no autorizados) aseguran que fue su mujer, Vera, y no el escritor, quien salvo del incinerador el manuscrito de una de las mejores novelas del siglo XX. Esas mismas fuentes comentan que en 1977, poco antes de morir, Vladimir Nabokov pidió a Vera que destruyera las notas que tenía para el proyecto en el que estaba trabajando. Repito la palabra PROYECTO. Es importante. Un proyecto (Primer esquema o plan de cualquier trabajo que se hace a veces como prueba antes de darle la forma definitiva. DRAE) nunca es una obra terminada. Nabokov presintiendo su muerte y siendo como era un perfeccionista no quiso que sus notas (Apunte de algunas cosas o materias para extenderlas después o acordarse de ellas. Tomar nota. DRAE) cayeran en manos de algún editor desaprensivo dispuesto a ganar dinero a expensas de su propia calidad literaria. Vera no tuvo fuerzas para cumplir la petición de su marido y guardó en la caja fuerte las fichas donde Nabokov escribió los apuntes de aquel proyecto que nunca terminó. Son fichas con diálogos, situaciones, descripciones, mínimos bosquejos inconexos donde hasta los personajes van cambiando de nombre porque se trata de eso: de algo que lentamente tiene que tomar forma, algo sobre lo que se irá trabajando quizá durante años, algo incierto que puede que ni siquiera llegue a nada o que si concluye en obra literaria probablemente no tenga nada que ver con lo escrito en esas notas. Cualquiera que haya escrito un relato, una novela, una obra de teatro, un poema, un ensayo, un guión, la letra de una canción, cualquiera que haya escrito alguna vez en su vida sabe eso. Algunos editores no saben eso. Algunos hijos tampoco. Cuando se juntan ambos, cuando firman una alianza los editores sin escrúpulos y los herederos de apellidos (no parece que haya heredado otra cosa) con complejos freudianos surgen improperios literarios como El Original de Laura. En el mundo de habla inglesa lo ha publicado Knopf, donde han jugado a reproducir las fichas literalmente, para que el lector las pueda troquelar, mezclar, barajar y hacer su propia versión de la novela y jugar durante un rato a ser un Nabokov más. Aquí lo ha publicado Anagrama a la manera castellana, sin demasiados aspavientos, con una reproducción fotográfica de las fichas y su correspondiente traducción es suficiente. Para no perderse la introducción del hijo parricida, Dimitri, que sirve como alegato de su inocencia y su altruismo al querer compartir el tesoro de su caja fuerte con el resto de la humanidad. Lo que no llego a entender es porque no se ha respetado, al menos, el título que el propio autor dio a esas notas: Herramienta.

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