jueves, 25 de febrero de 2010

DOS MANZANAS ASADAS

Unai Elorriaga escribe a su manera. Escribe en euskera, aunque eso no influye en su manera de escribir, en su lenguaje sinestésico, en su prosa lírica ni en sus neurosis gramaticales. Hay quien le considera empalagoso o absurdo o, mayoritariamente, raro. A mí me gusta. Desde que leí Un tranvía en SP me gusta. Alfaguara acaba de publicar, traducida, su cuarta novela; Londres es de cartón. En esta novela Elorriaga habla de las dictaduras, de la clandestinidad, de la represión, de las torturas, de las enfermedades mentales, de (eso que tanto asusta a algunos) la recuperación de la memoria, la necesidad de saber qué pasó. No habla de ningún régimen en particular ni de ninguna zona geográfica concreta, pero no importa porque como se dice en la novela: Igual que Videla, igual que Mengele, igual que Pol Pot, igual que las familias reales, igual que Ceauçescu. Siempre es lo mismo… El funcionamiento de los regímenes totalitarios es siempre igual. Elorriaga dice que para tratar este tema tan áspero, tan duro, tan ajeno a sus anteriores novelas, ha tenido que cambiar de estilo, de manera de contar las cosas. Lo habrá intentado, no lo pongo en duda, sin embargo no puede. Unai Elorriaga no puede escapar a su manera de contar las cosas, a esa prosa empalagosa para algunos, neurótica para otros y extraña cuando menos. Yo me alegro de que sea así, me alegro de continuar leyendo sus novelas sentado en el tejado, con dos manzanas asadas.

jueves, 11 de febrero de 2010

UNA ENCUESTA


Sinceramente, no entiendo ni el valor ni el interés que pueden tener las encuestas y los datos estadísticos aplicados a los comportamientos sociales de los seres humanos. Querer aplicar la lógica matemática a la conducta humana resulta tan ingenuo como pensar que toda palabra impresa es literatura. Con esta ingenuidad y un poco de manipulación comercial los estudios estadísticos llegan a conclusiones sorprendentes, a veces incluso desternillantes. Esto sucede por ejemplo con la última encuesta realizada por la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) sobre los hábitos de lectura y compra de libros en nuestro país. Hay datos curiosos:
Los niños entre 10 y 13 años son los españoles que más leen, cerca del 91% de ellos se declara lector habitual. Supongo que nada tiene que ver que les obliguen a leer en el colegio, no, desde luego que no.
Por lo general las mujeres leen más que los hombres, un 58% frente a un 51%, hasta que los hombres cumplen los 65 años, a partir de esa edad las tornas cambian y son los hombres los que se llevan la palma en la lectura con un 31% frente a un 28% de las mujeres. Por lo visto, con la jubilación los hombres tienen más tiempo libre y encima tanto a hombres como a mujeres les aburre leer pues a partir de esa edad el hábito de lectura se reduce casi a la mitad.
El 80% de los lectores tiene como género preferido la novela, sin embargo, más del 40% de los libros vendidos son de texto.
En las poblaciones de más de un millón de habitantes se concentra la mayoría de los lectores, un 60%. Un dato sorprendente, sin duda.
Para el 72% la lectura es entretenimiento, pero casi el 40% reconoce no tener tiempo para leer.
El 96% de la población afirma que su lugar favorito para la lectura es el hogar. Nunca hubiera llegado yo por mí mismo a tamaña conclusión.
La media de libros en un hogar es de 202 volúmenes… Supongo que las guías de teléfono (objeto impreso que continuamos recibiendo en nuestros hogares) se consideran volúmenes.
Y otros muchos datos más con sus respectivas conclusiones…

lunes, 1 de febrero de 2010

HOLDEN SE QUEDA HUERFANO


J. D. Salinger ha fallecido a los noventa y un años. Supongo que él no hubiese querido que nos enterásemos de la noticia celoso, como era, de su intimidad. Alguien se ha ido de la lengua y el mundo entero se ha enterado de que aquel renombrado escritor que huyó siempre de las entrevistas y la fama, envuelto en interminables litigios con familiares y amistades que deseaban dar a conocer las cartas que de él recibieron o airear aspectos sórdidos de su vida de retiro mediático, aquel hombre que un día nos contó las inquietudes adolescentes de Holden Caulfield, el enigmático y escurridizo Salinger; ha fallecido. Apenas escribió una novela corta y un puñado de relatos, pero con esa escasa obra ocupa un lugar incuestionable en la mitología literaria del siglo XX. El guardián entre el centeno es un icono del siglo XX, no me cabe duda. Tan icono cómo la botella de Coca-Cola, la canción Yesterday de los Beatles o la foto del Che. Incluso Chapman, asesino de John Lennon, se declaró fanático del libro (supongo que la habría dado lo mismo matar al bueno de los Beatles que a Salinger si éste se le hubiera puesto a tiro, por aquello de declararse fanático de ambos). A mí me gustó El guardián entre el centeno. Me gustó cuando lo leí a los diecinueve años. Por aquel entonces también me gustaba mucho Bukowsky o Hermann Hesse. Hay libros y autores que deben leerse a determinada edad, luego pierden fuerza, luego ya es tarde porque has entendido que la vida es otra cosa, probablemente no sabes muy bien qué es, pero sabes que no es lo que Holden Caulfield nos contaba en su viaje iniciático. Sin embargo, nadie le puede quitar a Salinger y su desorientado Holden el papel de icono cultural del siglo XX y eso se puede decir de muy pocas obras literarias, salvo de las de Dan Brown, of course.