miércoles, 20 de mayo de 2009

UMBERTO ECO


Umberto Eco recibió ayer la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes, en Madrid. Sin duda se merece todos los reconocimientos que le den. Las novelas y ensayos que he leído de él me parecen, en todos los casos, excepcionales, aunque reconozco que con algunos de sus ensayos, especialmente los dedicados a la semiótica, no alcanzo a comprender todo lo que expone este escritor turinés con pinta de tenor.
En relación a esto del mono mimético leí un texto suyo durante la presentación del libro; Sexo, colores y cianuro (EDAF y ACE, 2007), un texto que habla con claridad e ironía sobre el proceso creativo. El texto dice lo siguiente:


Ante todo es necesario un ordenador, obviamente, que es un máquina inteligente que piensa por ti, y para muchos sería una ventaja. Basta un programa de pocas líneas, lo sabe hacer hasta un niño. Luego se le introduce al ordenador el contenido de algunos centenares de novelas, obras científicas, la Biblia, el Corán y muchos listines telefónicos (utilísimos para los nombres de los personajes). Digamos unas ciento veinte mil páginas. Después, con otro programa, se mezclan todos estos textos al azar, con algún que otro ajuste, por ejemplo, eliminando todas las aes. Así, además de una novela tenemos un lipograma. Entonces se le da al print y se imprime. Al haber eliminado las aes salen algo menos de ciento veinte mil páginas. Después de haberlas leído atentamente, más de una vez, subrayando los pasajes más significativos, se cargan en un tráiler y se llevan a una incineradora. A continuación, nos sentamos bajo un árbol, con un carboncillo y papel de dibujo, y, dejando que la mente vague, se escriben dos líneas, por ejemplo: “La luna está alta en el cielo/ el bosque susurra”. Quizá no sale una novela enseguida, sino un haikú japonés, pero lo importante es empezar.”
ECO, Umberto. Sobre literatura. Random House Mondadori, Barcelona, 2005.

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