lunes, 1 de febrero de 2010

HOLDEN SE QUEDA HUERFANO


J. D. Salinger ha fallecido a los noventa y un años. Supongo que él no hubiese querido que nos enterásemos de la noticia celoso, como era, de su intimidad. Alguien se ha ido de la lengua y el mundo entero se ha enterado de que aquel renombrado escritor que huyó siempre de las entrevistas y la fama, envuelto en interminables litigios con familiares y amistades que deseaban dar a conocer las cartas que de él recibieron o airear aspectos sórdidos de su vida de retiro mediático, aquel hombre que un día nos contó las inquietudes adolescentes de Holden Caulfield, el enigmático y escurridizo Salinger; ha fallecido. Apenas escribió una novela corta y un puñado de relatos, pero con esa escasa obra ocupa un lugar incuestionable en la mitología literaria del siglo XX. El guardián entre el centeno es un icono del siglo XX, no me cabe duda. Tan icono cómo la botella de Coca-Cola, la canción Yesterday de los Beatles o la foto del Che. Incluso Chapman, asesino de John Lennon, se declaró fanático del libro (supongo que la habría dado lo mismo matar al bueno de los Beatles que a Salinger si éste se le hubiera puesto a tiro, por aquello de declararse fanático de ambos). A mí me gustó El guardián entre el centeno. Me gustó cuando lo leí a los diecinueve años. Por aquel entonces también me gustaba mucho Bukowsky o Hermann Hesse. Hay libros y autores que deben leerse a determinada edad, luego pierden fuerza, luego ya es tarde porque has entendido que la vida es otra cosa, probablemente no sabes muy bien qué es, pero sabes que no es lo que Holden Caulfield nos contaba en su viaje iniciático. Sin embargo, nadie le puede quitar a Salinger y su desorientado Holden el papel de icono cultural del siglo XX y eso se puede decir de muy pocas obras literarias, salvo de las de Dan Brown, of course.

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