jueves, 23 de junio de 2011

BOLAÑO EN LA ACADEMIA DE LA HISTORIA

Anda el ambiente muy caldeado últimamente con la Real Academia de la Historia y con su inmenso Diccionario Biográfico. Yo creo que no es para tanto. Quienes se enfadan con dicha institución se olvidan del verdadero propósito y significado de la Academia a pesar de que el nombre de la misma lo evidencia: Real por monárquica, no por realista ni verídica; Academia en cuanto a casa donde los académicos tienen sus juntas (segunda acepción recogida por el DRAE), donde se toman unas copitas y hablan distendidamente de sus cosas y otros cotilleos; de la Historia entendiendo como Historia aquellas historietas que uno se inventa para hacer más amenas las veladas (narración inventada, dice también el DRAE). Teniendo estos parámetros claros no hay motivo para enfadarse con ellos ni con ese costoso (pagado con el dinero de todos) Diccionario Biográfico. No es que hayan tergiversado la Historia ni que hayan omitido datos, simplemente han optado por seguir una tradición literaria que, como cualquier otra, se origina en Homero y que consiste en recrear, más exactamente en inventar. Estoy convencido de que sus fuentes son fidedignas y de que existe un arduo trabajo de documentación detrás de cada entrada del denostado diccionario. Según me ha contado un pajarito uno de los documentos en los que se han basado para su perfil franquista, no como fuente directa, sino transversal, fue la maravillosa obra de Bolaño: La literatura nazi en América, donde los nazis no son tipos deleznables y donde se demuestra que las bases de su ideología tienen más que ver con el bucolismo pastoril que con el fanatismo o la intolerancia. Solo así se entiende la extraordinaria visión idílica (incluso lírica) que de Franco presentan. No se trata, pues, de una obra Histórica, sino historiada; vamos, una ficción, ni más ni menos. Siguen los pasos de Marcel Schowb, de Borges, de Aub y su pintor Jusep Torres Campalans, del propio Bolaño. Lo único que yo les reprocharía es la falta de estilo, de elegancia prosística, la ausencia de una retórica cuidada, el simplismo de la sintaxis utilizada y eso, tratándose como se trata de una obra de ficción, es un pecado imperdonable.

2 comentarios:

  1. Pues yo no lo había mirado así (de hecho estaba bastante enfadada respecto a este tema), pero ahora que lo dices... ¡menudo betseller!

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  2. Pues... Seguro que es mal betseller, porque aunque tengan imaginación, y mucha, carecen de verosimilitud y por muy fantástico que sea el argumento siempre ha de ser creible.

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