sábado, 24 de octubre de 2009

UN HECTÓMETRO Y MEDIO DE POESÍA


En Alicante hace una semana, más o menos, se realizó un acto “cultural” consistente en la elaboración de un poema colectivo de 150 metros. Parece que está iniciativa se lleva realizando desde hace un par de años en Alicante y en otras ciudades del mundo. No voy a ser yo quien niegue el carácter popular de la poesía; los romances, las coplas, los villancicos, incluso las letras de más de una canción (no olvidemos que alguien llegó a proponer a Bob Dylan para el Nobel de Literatura) son ejemplos de que la poesía es, o puede ser, popular. Sin embargo, me cuesta entender el proceso creativo colectivo de un poema, más bien lo entiendo como un proceso íntimo que, después, a través de los más variados medios, se exhibe, se exterioriza. Lo de Alicante me suena, más bien, a un juego de palabras encadenadas con ripios forzados. Lo de Alicante me suena, más bien, a un buen propósito, a una iniciativa de buena fe que poco a poco se irá convirtiendo en una nueva Noche en Blanco. Vamos, que me temo que dentro de unas ediciones el hectómetro y medio de poesía será un reclamo turístico consumista con eslóganes en plan: “ponga usted su verso en la calle”. Vamos, que me temo que dentro de unas ediciones del hectómetro y medio de poesía pasé a convertirse en el record del mundo de poesía en la calle. ¡Vamos a batir el record de gente con camisetas naranjas en veinte metros cuadrados! ¡Vamos a batir el record de versos en las aceras! Y eso, que me perdonen en Alicante, no es poesía, eso es un record Guinness. La poesía en la calle no hace falta organizarla, ya está. Sólo hay que mirar algunas pintadas, algunos grafitis. La cultura me persigue, pero yo soy más rápido. Gran verso.

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