martes, 6 de octubre de 2009

UNA BUENA PORTADA


Una buena portada, a nivel de marketing, puede ser la mitad del éxito de un libro. Cuando ojeamos las mesas de novedades, acostumbramos a fijarnos en tres aspectos; el autor, el título y la portada. La portada es como la belleza exterior, nos atrae, nos reclama, nos llama y picamos. Si conocemos al autor o sabemos de él por referencias nos importa bien poco la portada. Sin embargo, cuando buscas algo distinto, cuando decides explorar en la selva de las novedades, las portadas son fundamentales. Leí el anterior libro de Sam Savage por que la portada me guiñó un ojo. En serio, la ratita desaliñada que ocupaba la primera plana de Firmin me sacó la lengua. Y yo soy un lector fácil. Después di la vuelta al libro y leí la breve sinopsis. Una rata de biblioteca, una desamparada y bohemia rata de biblioteca. Vamos que las asociaciones entraron en juego rápidamente. Estaba perdido. Supe, de aquel primer contacto visual, que caería en sus párrafos. No opuse resistencia, lo reconozco, repito que soy un lector fácil. Los flechazos basados en estos parámetros meramente estéticos suelen acarrear decepciones y así me ocurrió con la ratita lectora de Savage. No digo que sea una mala novela, es una novela amena. Como un amante que promete mucho para luego quedarse dormido en tu cama… Ronca y resulta entrañable, pero no es lo que esperabas. Recuerdo también de ese libro la fotografía de Sam Savage, con su aspecto de abuelo rebelde, desaliñado, ajeno al mundo editorial, un outsider que se había mantenido fiel a sí mismo. Encantador, el abuelito soñado por cualquier rebelde sin causa. Seix Barral ha publicado recientemente El lamento del perezoso, la última novela de Savage. La portada es igual de magnética que la de Firmin, el mismo tipo de dibujo y con un perezoso, animal que existe en verdad y con el que yo comparto un buen número de genes, como reclamo eroticolector. No voy a picar, lo siento, no. Esta vez seré fuerte, me niego a caer en sus trampas seductoras. La sinopsis también es picarona y sabe usar sus trucos de mujer fatal, pero no, no caeré en sus redes. Esta vez no. Además he leído por algún sitio que Sam Savage se ha cortado sus melenas blancas y rebeldes y reducido la extensión de sus luengas barbas a las de un simple marinero de tierra firme. Esta vez cerraré los ojos para evitar tentaciones.

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