jueves, 31 de diciembre de 2009

ITALO CALVINO, UN CLÁSICO


Ale, de Verona, me dijo: Tienes que leer a Italo Calvino. Yo sabía quién es Italo Calvino, pero no recordaba haber leído nada de él. Así que siguiendo el consejo y el criterio de Ale me fui a la biblioteca y busqué en la C alguno de sus libros. Había muchos, miré los títulos, observé las contraportadas, dudé entre las novelas y los cuentos y al final descubrí en esa estantería de Narrativa un título que tendría que haber estado en la estantería de Ensayo; Por qué leer los clásicos. No lo dudé un instante. Elegí ese libro. Antes de adentrarme en Italo Calvino quería conocer sus referencias, sus gustos y sus opiniones sobre otros autores. En este libro Calvino hace un repaso a los grandes autores de todos los tiempos, desde Homero hasta Pavese, pasando por Balzac, por Dickens, por Flaubert o por Borges. No se trata de un libro de crítica ni de análisis estilístico, que también lo hace, se trata, en realidad, de un libro de amor, de admiración y cariño hacia esos autores que han significado mucho en la vida de Italo Calvino. Por cierto, me ha descubierto y despertado, este libro, enormes ganas de leer a Carlo Emilio Gadda, del que no supe nada hasta que descubrí que Kirmel Uribe le dedicaba uno de sus poemas y que he encontrado, ahora, entre las referencias de Calvino.


En la introducción de este libro Calvino da catorce definiciones de lo que se puede considerar un clásico en literatura. La primera de ellas dice; Los clásicos son esos libros de los cuales se suele oir decir “estoy releyendo…” y nunca “estoy leyendo…” Y es verdad que a veces nos da vergüenza admitir que no hemos leído un libro considerado indispensable. En otra de sus definiciones califica a los clásicos como: un libro que se configura como equivalente del universo, a semejanza de los antiguos talismanes. También dice; Se llaman clásicos a los libros que constituyen una riqueza para quien los ha leído y amado, pero que constituyen una riqueza no menor para quien se reserva la suerte de leerlos por primera vez en las mejores condiciones para saborearlos. Esta introducción concluye con una sentencia llena de sabiduría y de sentido del humor, características en la prosa de Calvino; La única razón que se puede aducir es que leer los clásicos es mejor que no leer los clásicos. Esto mismo sirve para Italo Calvino, la única razón es que leerle es mejor que no leerle.

viernes, 11 de diciembre de 2009

EL DOLOR DE UN SACO DE ARENA


Un elefante durmiendo la siesta en la carretera que llega hasta las Cataratas Victoria. Un día a día cargado de actividades extenuantes para poder terminar en la cama rendido, sin fuerzas para enfrentarse con uno mismo. Las fichas de dominó como símbolo de las decisiones sin retorno que uno elije en la partida de la vida. Una abuela que necesita de intérprete para entenderse con su nieta. Una pregunta retórica: ¿a quién le importa el dolor de un saco de arena? Estas y otras historias componen el libro No habría sido igual sin la lluvia, de Rubén Abella. Un libro ganador de la XI edición del Premio Vargas Llosa NH de Relatos. Yo nunca he pasado una noche en un hotel NH, este libro me lo ha dejado alguien que se encontró con él en una habitación de esta cadena hotelera en Lisboa. No se trata de un libro de Pessoa, eso habría sido el colmo de la buena suerte. Cuando ocupas la habitación de un hotel esperas encontrar una luz fundida, un par de perchas en un armario, una televisión monótona y un mueble bar. Nunca esperas encontrar un libro en la mesita de noche. Grata sorpresa. ¡Ojalá desaparezca el mueble bar de los hoteles! ¡Ojalá exterminen las perchas plastificadas y sin cabeza! ¡Ojalá pongan estanterías con libros en los baños clónicos de los hoteles! Nunca he pasado la noche en un hotel NH, pero sin duda lo haré. El año que viene, que el libro de este año ya lo he leído.

jueves, 3 de diciembre de 2009

UN CERVANTES MEXICANO


«La sangre derramada clama venganza».

Y la venganza no puede engendrar

sino más sangre derramada

¿Quién soy:

el guarda de mi hermano o aquel

a quien adiestraron

para aceptar la muerte de los demás,

no la propia muerte?

¿A nombre de qué puedo condenar a muerte

a otros por lo que son o piensan?

Pero ¿cómo dejar impunes

la tortura o el genocidio o el matar de hambre?

No quiero nada para mí:

sólo anhelo

lo posible imposible:

un mundo sin víctimas.

Cómo lograrlo no está en mi poder;

escapa a mi pequeñez, a mi pobre intento

de vaciar el mar de sangre que es nuestro siglo

con el cuenco trémulo de la mano.

Mientras escribo llega el crepúsculo,

cerca de mí los gritos que no han cesado

no me dejan cerrar los ojos.


Le han dado el Premio Cervantes a José Emilio Pacheco. Supongo que nadie tiene dudas de que se lo merece.


domingo, 29 de noviembre de 2009

RELEER EL JARAMA


Le han dado el Nacional de la Letras a Rafael Sánchez Ferlioso. Recuerdo que en mis tiempos de instituto me obligaron a leer El Jarama, no recuerdo nada del libro. Sé que olvidé la trama y al autor apenas cerré el libro, ni siquiera estoy seguro de haber terminado la lectura. Una muestra más de la tenacidad del sistema educativo contra el fomento del hábito de lectura. Un desastre, vamos. Recuerdo que muchos años después volví a encontrarme con el nombre de Sánchez Ferlosio en la novela Soldados de Salamina, de Javier Cercas. No es uno de sus protagonistas, lo es el padre de Sánchez Ferlosio, Sánchez-Mazas. Sin embargo me llamó la atención saber que el autor de aquel libro tan áspero en mi adolescencia era hijo de un fundador de la Falange. Siempre me han llamado la atención los hijos que se oponen frontalmente al padre, los hijos que deciden olvidar la carga genética y buscar su propio camino. Me interesé por Sánchez Ferlosio y descubrí que había abandonado la narrativa para centrarse más en el ensayo y especialmente en el estudio de la lingüística. El año pasado leí God & Gun, un libro sobre la violencia en la historia, sobre las religiones, sobre los fanatismos, un libro que me hizo redescubrir a Sánchez Ferlosio. Él dice que ya no quiere escribir más novelas, dice que le da “pereza”. No importa, que escriba lo que le dé la gana, que siga escribiendo, que no deje de escribir y si es para plantearnos sus lúcidas reflexiones mejor. Yo, ahora que lo conozco sin imposiciones, le leeré siempre. Y dentro de poco, quizá, me decidiré a volver a empezar aquella odiada novela de mi adolescencia.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

MÁS AUSTER


Paul Auster tiene cara de cansado, tiene esa mirada de quien se siente sobrepasado por las circunstancias propias y ajenas. No me extraña. Escribe por lo menos un libro al año, más guiones cinematográficos o la dirección de sus propias películas, más algunas incursiones en el teatro, más diversos ensayos, más varias colaboraciones periodísticas, más entrevistas y promociones, más su propia vida, la vida cuando no es escritor. Creo que Paul Auster tiene un exceso de trabajo, de necesidad (no sé si comercial) de darnos a los lectores algo nuevo cada pocos meses. El próximo día uno de diciembre Anagrama llevará a las librerías la última novela; Invisible. La novela cuenta la historia de un joven poeta al que la curiosidad vital le llevará por tortuosos caminos donde encontrará ilusiones, peligros y, supongo, que decepciones. Me suena. Desde hace años todo lo de Auster me suena a ya leído. Escribe sobre el hecho de escribir, sobre el escritor (casi siempre adivinamos que es él mismo) que escribe o que quiere escribir o que no sabe que escribir, sobre la vida que se cruza en el camino y produce la necesidad de contarla, sobre la ausencia de tener algo que escribir. Escribe lo que se escribe cuando no se sabe que escribir y claro, se cansa, y tiene esa cara de desesperado, de escritor con miedo a la página en blanco… Quizá debería de darse un descanso, no sé, de tres o cuatro años, quizá debería de vivir una vida menos de escritor, más íntima, ajena al mundo editorial, ajena a los compromisos comerciales, quizá eso le cambié el gesto cansado y hastiado y pasado un tiempo, nos sorprenda nuevamente. No digo que no me guste Paul Auster. Me encanta Paul Auster. Disfruté con Leviatan, disfruté mucho. Y le sigo leyendo, leo cada cosa que publica, le leo siempre; en el metro.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

TABUCCHI ES LISBOETA


Sostiene Pereira que Tabucchi es lisboeta. Es cierto que nació en Pissa, donde conserva la casa familiar. Es cierto que escribe en italiano. También es cierto que la mayoría de sus novelas están ambientadas en Italia. Sin embargo, Pereira sostiene que es lisboeta y Berlusconi y Schifani parecen darle la razón. A Tabucchi le hubiera gustado ser Pessoa y así tener un heterónimo, Damasceno Monteiro, tal vez, para decir lo que le dijo al presidente del Senado italiano, el tal Schifani, sin que nadie pudiera tomar represalias contra él, aunque nunca se sabe, porque Damasceno en realidad perdió la cabeza. Berlusconi y su secuaz del Senado parecen empeñados en conseguir que Pereira tenga razón, parecen empeñados en deshacerse de Tabucchi y que al final al de Pissa no le quede otra que transformarse en Pessoa. Le piden más de un millón de euros a Tabucchi por hacer preguntas inoportunas a un tipo tan intachable moralmente como Schifani. Por lo visto, en la Italia de Berlusconi se han olvidado de que la esencia de un escritor es precisamente hacer preguntas inoportunas. Por lo visto en Italia andan sobrados de personas inteligentes e inoportunas, sólo hay que ver la televisión del país para darse cuenta de ello. En Francia se ha movilizado el mundo intelectual a favor de Tabucchi, aunque eso lo hacen porque los franceses quieren que el de Pissa se convierta en parisino. En Francia, al menos, saben que nunca se está sobrado de escritores inoportunos. Yo comparto la opinión de Pereira y creo que Tabucchi es lisboeta, pero por si acaso, por si no se decide entre Lisboa y París, desde aquí le ofrezco un hueco en mi tejado donde podrá hacerme todas las preguntas inoportunas que le dé la gana.

viernes, 13 de noviembre de 2009

MIERDA, EL CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA


Yo he leído Cien años de soledad, El amor en los tiempos de cólera, Crónica de una muerte anunciada, El general en su laberinto y ayer terminé El coronel no tiene quien le escriba. He leído a García Márquez y lo admiro, una admiración sincera, profunda y agradecida. Creo que pocos libros me han entusiasmado tanto como Cien años de soledad, es sin duda, uno de mis libros preferidos. Ayer, más o menos a las dos de la madrugada, terminé de leer esa pequeña novela, o relato extenso, titulado El coronel no tiene quien le escriba. Me habían hablado y muy bien de ella, pero por diversas razones no lo empecé hasta el otro día y ayer concluí su lectura. Son cien páginas, cien monumentales páginas de cómo se ha de escribir cualquier historia que uno quiera contar. Cien apoteósicas páginas, enormes, grandes, maravillosas… asquerosamente perfectas. Por qué escribe usted así, señor Gabo. Por qué me deja este sabor amargo en el paladar tras la lectura del Coronel. Por qué tiene usted, señor Gabo, la mala leche de hacerme comprender que por mucho que quiera, jamás, jamás, llegaré a crear no ya una frase de las que usted escribe, siquiera una mínima preposición. No es cierto que el coronel no tenga quien le escriba, es que el coronel no deja, después de él, que nadie siga escribiendo. ¡Mierda!

martes, 10 de noviembre de 2009

PROHIBIDOS LOS SUEÑOS


Leopoldo María Panero, Panero el Loco, Panero el Bueno (para mí), nos mira desde el otro lado de la ventana con ojos desconcertados y turbados. Uno observa la imagen y parece que puede estar encerrado, retenido en alguno de los muchos sanatorios mentales por los que ha deambulado a lo largo de su vida, sin embargo, es al contrario, somos nosotros, los observadores de su locura, los que estamos encerrados en nuestra realidad ficticia, asfixiándonos sin darnos cuenta, dejando que nos mutilen. Esta semana en el suplemento BABELIA de EL PAÍS Mariano de Santa Ana rescata a este loco-cuerdo relatando un breve encuentro en Las Palmas de Gran Canaria donde, por lo visto, parece que vive o sobrevive actualmente el hijo de aquel poeta franquista del que ha heredado el nombre y el apellido. Panero le suelta a De Santa Ana frases como; "en los manicomios está perseguido el ocultismo porque está prohibido el sueño". Me alegra saber que sigue bien Panero el Bueno, que continua con su visión crítica de una realidad que a los mentalmente sanos se nos escapa. Me alegra saber que sigue buscando su Nevermore y que sea así por muchos años, que resista y que nos regale pronto alguno de sus devastadores libros de poemas, que siga soñando, por mucho que prohíban los sueños en los manicomios y en el resto de la sociedad.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

103 MUERTES DE PERRO


Se ha muerto Matusalén. Se ha ido. Ya no escribirá más, aunque hacía años que él mismo decía que ya había escrito todo lo que tenía que escribir. Se ha ido, pero se queda en sus libros, en sus numerosos libros. Seguirá con nosotros no sé si para siempre, pero si por un buen rato, aunque él mismo dijera que no hay derecho a vivir tanto. Era de Granada, que ya de por sí imprime carácter. Era de todo el mundo, con su casa, que eran sus neuronas, a cuestas por el periplo del exiliado que le llevó de Argentina a Puerto Rico, de Puerto Rico a New York y, por fin, de vuelta a España. Fue republicano y perdió la guerra, pero, como Unamuno, ganó la razón. Nunca hizo martirio de su exilio, como otros muchos, al contrario, siempre admiró a los que se tuvieron que quedar. Escribió relatos y novelas, escribió ensayos, fue profesor universitario, periodista, crítico literario, traductor, padre, amante, marido, hombre. Fue un hombre libre y nos quiso enseñar a los demás a intentarlo. Se ha muerto a los ciento tres años de edad y dicen los que le visitaban que nunca perdió la costumbre de tomarse un buen whisky a media tarde. Se ha muerto un maestro del relato español del que los simios con afanes de escribidores tenemos mucho que aprender. Leamos todos La cabeza del cordero de Francisco Ayala. No le hagan homenajes, que ya tuvo todos, simplemente léanle.

lunes, 26 de octubre de 2009

O CAZAR MARIPOSAS


Nabokov no era Humbert Humbert. Tampoco fue nunca Lolita. Nabokov de no haber sido escritor habría sido entomólogo. Seguramente los insectos, en concreto los lepidópteros, perdieron a un gran estudioso de sus diferencias y costumbres, pero los lectores y los aficionados a la escritura ganamos un gran maestro. Nabokov fue un maestro, no por la calidad de sus novelas, que lo es, sino en el sentido estricto del vocablo. Hasta que Kubrick se fijo en Humbert Humbert, Kubrick fue más Humbert Humbert que Nabokov, el exiliado ruso se ganó la vida por medio mundo dando clases de literatura. Hace años que oigo hablar de una edición en inglés en la que se recogen los apuntes y las notas que utilizó Nabokov para preparar sus clases, unas clases a las que sus alumnos llamaban “literatura sucia”. Hace años que oigo hablar de ese libro con envidia, pensando en el día en el que alguien haga una traducción al castellano y así poder leerla sin recurrir permanentemente al Collins. Hace unas semanas mis plegarias han sido escuchadas y Ediciones B en su colección Z de Bolsillo ha sacado dos de los tres tomos de las clases magistrales del genial cazador de mariposas frustrado. La traducción es de Torres Oliver, lo cual ya es suficiente garantía para que me olvide del Collins. El prólogo es de John Updike, quien además de contar con Conejo como consejero tiene la suerte de que su mujer asistió a algunas de las clases “sucias” de Nabokov. Los títulos en los que se publicarán estas lecciones de Vladimir Nabokov serán: Curso de Literatura Europea, Curso de Literatura Rusa y Curso sobre el Quijote. Yo pienso adquirir los tres tomos para mi destartalada biblioteca. Ustedes si quieren hagan lo mismo. O cacen mariposas, que también es bonito.

sábado, 24 de octubre de 2009

UN HECTÓMETRO Y MEDIO DE POESÍA


En Alicante hace una semana, más o menos, se realizó un acto “cultural” consistente en la elaboración de un poema colectivo de 150 metros. Parece que está iniciativa se lleva realizando desde hace un par de años en Alicante y en otras ciudades del mundo. No voy a ser yo quien niegue el carácter popular de la poesía; los romances, las coplas, los villancicos, incluso las letras de más de una canción (no olvidemos que alguien llegó a proponer a Bob Dylan para el Nobel de Literatura) son ejemplos de que la poesía es, o puede ser, popular. Sin embargo, me cuesta entender el proceso creativo colectivo de un poema, más bien lo entiendo como un proceso íntimo que, después, a través de los más variados medios, se exhibe, se exterioriza. Lo de Alicante me suena, más bien, a un juego de palabras encadenadas con ripios forzados. Lo de Alicante me suena, más bien, a un buen propósito, a una iniciativa de buena fe que poco a poco se irá convirtiendo en una nueva Noche en Blanco. Vamos, que me temo que dentro de unas ediciones el hectómetro y medio de poesía será un reclamo turístico consumista con eslóganes en plan: “ponga usted su verso en la calle”. Vamos, que me temo que dentro de unas ediciones del hectómetro y medio de poesía pasé a convertirse en el record del mundo de poesía en la calle. ¡Vamos a batir el record de gente con camisetas naranjas en veinte metros cuadrados! ¡Vamos a batir el record de versos en las aceras! Y eso, que me perdonen en Alicante, no es poesía, eso es un record Guinness. La poesía en la calle no hace falta organizarla, ya está. Sólo hay que mirar algunas pintadas, algunos grafitis. La cultura me persigue, pero yo soy más rápido. Gran verso.

martes, 20 de octubre de 2009

TERNURA


Me dejaron el libro de Miguel Mena en la calle del Calvario, junto con unas cervezas. Me avisaron: ten cuidado que duele. Lo llevé, precavido, por la calle del Amparo, por la del Oso, también por la del Carnero, atravesé Mira el río Alta y llegué a la calle del Humilladero que está al lado del callejón de los Irlandeses. Subí aproximadamente unos doscientos escalones hasta el tejado en el que vivo, me senté en la taza del váter y no me levanté hasta terminarlo. Lo ley de un tirón y en su lectura atravesé amparos y calvarios, vi osos y supongo que carneros. Leí historias breves, sorprendentes como las que contaría un grupo de irlandeses borrachos, me mojé en algún río, sonreí, lloré, me entristecí, me turbé, me asomé a un tejado y pensé en esas casualidades nada casuales que casualmente se cruzan en la vida de todos y nos entrecruzan a unos con otros. Lo leí todo de un tirón, incluidas las muchas y variadas fotos que tiene. No me dolió, porque las cosas buenas y buenas son siempre las cosas que salen de adentro, por muy oscuro que sea el adentro de cada cual, las cosas buenas, decía, no duelen, enternecen. El autor le llama a su libro Piedad, yo, el lector, le llamaría ternura, porque si algo tiene este libro es ternura, incluso cuando nos habla de la maldita ironía del destino casual; infinita ternura. Gracias, señor Mena, por el breve y profundo paseo por los pequeños detalles, las ínfimas casualidades inapreciables que de una u otra manera lo marcan todo. Y un abrazo sonoro al niño sin voz.

domingo, 18 de octubre de 2009

DOS MUJERES Y UN VASCO


Parece el inicio de un chiste; van dos mujeres y un vasco… También parece la descripción de una escena surrealista; dos mujeres, recalco el número dos, y un vasco… Si ya casi nos resulta imposible conseguir estar con una… No creo que nunca un vasco haya conseguido la fantasía por antonomasia del macho alfa universal; un trío. Si algún vasco lo ha conseguido es porque nos es del todo vasco, desde el punto de vista araniano, claro. Sin embargo, no se trata de nada de eso. Dos mujeres y un vasco han sido premiados, cada cual con un premio diferente, en los últimos días.




La primera mujer se llama Herta Müller y le han dado el premio de la dinamita. Ella dice que es rumana y los rumanos dicen que es rumana, Ceausescu decía que era rumana si colaboraba con su régimen y ella no quiso. Ella dice que es rumana, pero su nombre suena a alemán por los cuatro costados, escribe en alemán y vive en Alemania. ¿Un escritor es de donde nace o es de donde es la lengua que utiliza para expresarse? No lo tengo nada claro. No he leído nada de Herta Müller, pero pienso hacerlo. No es que el nobel sea una garantía de nada, sin embargo el rostro a lo Cruella de Vil que tiene la germano-rumana me llama la atención. Siempre me cayó simpática Cruella.




La segunda mujer se llama Ángeles Caso y le han dado el premio planetario del que ya fue finalista hace unos años. Sí he leído algo de ella (El peso de las sombras), aunque no todo. Supongo que no leeré este último título de ella, me da pereza, me da pavor, me da… Ya va a tener lectores suficientes, así que no creo que eche en falta ni mi lectura ni la compra por mi parte de su libro. Por cierto, el protagonismo se lo robó Gimferrer en el festejo del premio, el premio como tal se decide meses antes, cuando le encargan al autor de turno que presente un manuscrito. ¿Qué le pasó exactamente a Gimferrer? ¿Se mordió la lengua para no montar el follón que montó hace unos años Juan Marsé y cayó víctima de su propio veneno?




El vasco es de mi quinta y bien podría ser un colega de la cuadrilla de toda la vida. No lo conozco, no lo he leído, pero sin duda lo haré. Bilbao-New York-Bilbao… Estos de Bilbao ya han ampliado el metro (llamado kilometro) hasta Manhattan, así son ellos. En un artículo del País del jueves 15 de este mes se recordaba que antes de Kirmen Uribe han ganado el premio Nacional de Narrativa con una novela escrita en euskera el maestro Atxaga y Unai Elorriaga. Los precedentes son excelentes. Si Uribe se acerca a estos dos autores merecerá la pena leer su libro.




Con premios o sin premios, sea cual sea la elección que tomemos, el libro que decidamos abrir y leer, como dice la viñeta de Forges, siempre nos puede salvar de la permanente estupidez.

viernes, 9 de octubre de 2009

EL DECÁLOGO DE MONTERROSO (II)


Séptimo. No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.

Octavo. Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.

Noveno. Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.

Décimo. Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.

Undécimo. No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.

Duodécimo. Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.

El autor da la opción al escritor, de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.

Estos son los doce consejos del decálogo de Monterroso. Una breve muestra de la agudeza de este amigo de los dinosaurios, siempre irónico y con un sutil humor negro. Un dato, su primer libro se tituló: Obras completas (y otros cuentos). El título ya apuntaba lo que se avecinaba. Para el próximo concurso intentaré tener más presente este decálogo de Monterroso.

jueves, 8 de octubre de 2009

EL DECÁLOGO DE MONTERROSO (I)


Hace unos días intenté escribir un microrelato para un microconcurso. Evidentemente uno se presenta a estos actos por mera necesidad monetaria, un acto más de prostitución. No buscaba el reconocimiento de mis escritos, ni gloria, ni fama. Buscaba un cliente poco exigente, que se conformara con un francés rápido en una de las esquinas de las Ramblas o de la calle Montera. Vamos que buscaba unos euros a cambio de algo sencillo. Sin embargo, me puse a escribir y no pude evitar la necesidad de hacerlo bien, de ser, al menos, honesto conmigo mismo. Me quedó un relatito curioso, pero excesivamente grande para las medidas requeridas. Pedían 200 palabras, creo y yo superé las 350. No pude enviarlo. Me sentí como una prostituta sin cliente, ultrajado y decepcionado conmigo mismo. Entonces me acordé de Augusto Monterroso, autor del más famoso y breve cuento de la literatura hispánica. Ese cuento que dice: Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí. Y recordé un decálogo de doce puntos que el autor hondureño dejó para nosotros, los simios con necesidades literarias, los monos miméticos.


Primero.Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.

Segundo.No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.

Tercero. En ninguna circunstancia olvides el célebre dictum: "En literatura no hay nada escrito".

Cuarto. Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamas escribas nada con cincuenta palabras.

Quinto. Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.


Sexto. Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.

martes, 6 de octubre de 2009

UNA BUENA PORTADA


Una buena portada, a nivel de marketing, puede ser la mitad del éxito de un libro. Cuando ojeamos las mesas de novedades, acostumbramos a fijarnos en tres aspectos; el autor, el título y la portada. La portada es como la belleza exterior, nos atrae, nos reclama, nos llama y picamos. Si conocemos al autor o sabemos de él por referencias nos importa bien poco la portada. Sin embargo, cuando buscas algo distinto, cuando decides explorar en la selva de las novedades, las portadas son fundamentales. Leí el anterior libro de Sam Savage por que la portada me guiñó un ojo. En serio, la ratita desaliñada que ocupaba la primera plana de Firmin me sacó la lengua. Y yo soy un lector fácil. Después di la vuelta al libro y leí la breve sinopsis. Una rata de biblioteca, una desamparada y bohemia rata de biblioteca. Vamos que las asociaciones entraron en juego rápidamente. Estaba perdido. Supe, de aquel primer contacto visual, que caería en sus párrafos. No opuse resistencia, lo reconozco, repito que soy un lector fácil. Los flechazos basados en estos parámetros meramente estéticos suelen acarrear decepciones y así me ocurrió con la ratita lectora de Savage. No digo que sea una mala novela, es una novela amena. Como un amante que promete mucho para luego quedarse dormido en tu cama… Ronca y resulta entrañable, pero no es lo que esperabas. Recuerdo también de ese libro la fotografía de Sam Savage, con su aspecto de abuelo rebelde, desaliñado, ajeno al mundo editorial, un outsider que se había mantenido fiel a sí mismo. Encantador, el abuelito soñado por cualquier rebelde sin causa. Seix Barral ha publicado recientemente El lamento del perezoso, la última novela de Savage. La portada es igual de magnética que la de Firmin, el mismo tipo de dibujo y con un perezoso, animal que existe en verdad y con el que yo comparto un buen número de genes, como reclamo eroticolector. No voy a picar, lo siento, no. Esta vez seré fuerte, me niego a caer en sus trampas seductoras. La sinopsis también es picarona y sabe usar sus trucos de mujer fatal, pero no, no caeré en sus redes. Esta vez no. Además he leído por algún sitio que Sam Savage se ha cortado sus melenas blancas y rebeldes y reducido la extensión de sus luengas barbas a las de un simple marinero de tierra firme. Esta vez cerraré los ojos para evitar tentaciones.

lunes, 21 de septiembre de 2009

0'7%


Dicen los listillos (aquellos que elaboran listas) que Dan Brown ha vendido más de un millón de ejemplares de su última novela en un solo día. ¡Más de un millón de ejemplares! Este señor parece que hace hamburguesas en vez de libros. ¿Cómo puedes vender más de un millón de ejemplares en un día? Supongo que los libreros no daban abasto, agobiados, vaciando las librerías para dejar sitio a cajas y cajas, toneladas de papel rellenas de simbolismo barato y refritos de suspense, vamos que si algún cliente despistado preguntaba por los sonetos de Shakespeare le echarían a patadas de las librerías: vamos buen hombre deje de interrumpir la cola, no moleste.
Aquí en España la novela la publicará Planeta el día 29 de octubre, día prohibido para pisar las librerías, con una primera edición de un millón y medio de ejemplares… ¡Un millón y medio de ejemplares la primera edición! Luego otros libros, mucho menos interesantes, claro, apenas tienen una tirada de quinientos, con suerte mil ejemplares, eso si consigues cuadrar dentro de alguna editorial. ¿No podrían las editoriales darnos un pequeño porcentaje de esas tiradas monstruosas a aquellos que intentamos escribir algo decente aunque no sea tan interesante como las historias de Dan Brown y compañía? ¿Qué fue de aquel 0’7% para los países del tercer mundo? Por favor, grandes imperios editoriales, dónennos un mísero 0’7% para los escritores subdesarrollados… Prometemos dejar nuestros huecos en las estanterías de las librerías los días de los fastuosos lanzamientos de novelas-hamburguesas de escritores como Mister money Brown.

jueves, 10 de septiembre de 2009

BOURBON LOWRY


Este verano se ha cumplido el centenario del nacimiento de Malcon Lowry, siempre hay centenarios que celebrar. No sé que bebía exactamente Lowry. Sé que bebía mucho, demasiado, se lo bebía todo. A mí siempre me ha gustado imaginar que bebía bourbon y en mis conversaciones privadas con él, mientras leía Bajo el volcán, me gustaba llamarle Bourbon Lowry. Probablemente habría bebido whisky escocés antes que la variante americana, el esnobismo británico siempre estuvo presente en él, pero su lenguaje es seco y aspero, te entra de golpe, arañándote la garganta y cae a plomo en las entrañas del lector, como un buen bourbon de Luisiana. Sin embargo creo que bebía ginebra y en sus estancias mejicanas le daba por las botellas de mezcal. Hay quien cree que escribía bajo los efectos de la borrachera, sin embargo no era así. De hecho los únicos momentos en los que se encontraba sobrio eran aquellos momentos en los que tenía algo que escribir. Cuando se quedó sin nada que contar agarró la botella (de bourbon, de ginebra, de mezcal o de metanol) y ya no la soltó hasta el verano de 1957, cuando el último trago se lo llevo a la tumba. Este sábado le cantaré el cumpleaños feliz, con retraso, y me beberé un traguito de bourbon a su salud.




Tusquets está reeditando las obras de Lowry en bolsillo, lo cual agradecemos los mileuristas del país. Es una buena oportunidad de acercarse a la obra de uno más de los muchos “malditos” del siglo XX.

viernes, 10 de julio de 2009

PUEDE QUE MANGUEL TENGA RAZÓN


En un artículo del suplemento Babelia del pasado sábado Alberto Manguel habla de esos libros que nos cuentan lo que leen escritores a los que en mayor o medida admiramos. Manguel en concreto habla de cuatro libros; Cuentos y cuentistas: el canon del cuento de Harold Bloom, Ensayos de Natalia Ginzburg, Mecanismos internos de Coetzee y Si mi biblioteca ardiera esta noche de Aldous Huxley. Del libro de Bloom ya comenté algo en este blog y acabo de terminar de leer el libro de Coetzee. Manguel reseña estos libros y los pone como ejemplo de esos libros que nos cuentan lo que otros leen y que en cierta forma nos incitan a nuevas lecturas o nuevas formas de acercarnos a determinados escritores. Sin embargo, de los cuatro libros reseñados en el artículo de Manguel los dos que yo he leído son los que tacha de menos interesantes. El de Bloom por las ausencias significativas y por las sentencias que dedica entre otros a Borges y el de Coetzee por la frialdad con que se acerca a los libros y autores que comenta. Dice Manguel que ninguno de estos dos títulos despiertan la verdadera pasión del lector con la misma intensidad con la que lo hacen el libro de Ginzburg o el de Huxley. Puede que tenga razón, no por la crítica a Cuentos y cuentistas ni a Mecanismos internos, con la que estoy y no estoy de acuerdo, además, algo le habrán gustado porque sino ni los mencionaría. Puede que tenga razón y los libros de Ginzburg y Huxley sean aun mejores que los de Bloom y Coetzee. Yo por el momento iré a buscarlos a la librería porque para eso sirven las lecturas de otros, para incitarte a leer.

viernes, 3 de julio de 2009

MENOS MAL QUE NOS QUEDA EL MANGA


Me acerco a la librería en busca de una novedad fresquita para estos días de treinta y todos grados centígrados y lo único que encuentro son trilogías de thriller escandinavo, ejércitos de vampiros de todo tipo (desde los vampiadolescentes con problemas hormonales hasta los vampiros de verdad, esos que dan miedo de verdad, presentados por el polifacético Guillermo del Toro), novelas históricas continuación de otras (sino son continuadoras en la trama lo son en el marketing) que pronostican ventas impúdicas o más thriller escandinavo. Eso es todo. Nada más. Las editoriales se van de vacaciones o centran sus esfuerzos en la próxima campaña de libros de texto, afilando cuchillos y preparando las arcas y lo único que ofrecen son historias repetidas para llevarte a la tumbona de la playa. Podría haber rebuscado entre las estanterías y llevarme algo fresquito y de fácil digestión, hay títulos de sobra y de altísima calidad que se ajustan a eso que se llama “lecturas de verano”. Sin embargo yo quería algo nuevo, algo realmente fresco, tuve que deambular hasta la mesa de novedades infantiles, quién sabe por qué estaba allí, para encontrarme con la última entrega del archifamoso comic Naruto. Manga japonés, del bueno. Fresquito, fresquito, como un tinto de verano. Menos mal que nos queda el manga. Me voy con Naruto a la piscina a ver si se me ocurre una trama en la que pueda mezclar un vampiro con el clima escandinavo, un misterio histórico repetido y un ninja japonés.

miércoles, 17 de junio de 2009

SI NADIE LOS ESPERA...


Igual que sucede con las primeras novelas de infancia muchas de las cosas que uno escribe no las quiere recordar. Son escondidas en una vieja carpeta, en un cajón, en un archivo oculto en el disco duro del ordenador… Muchas de las cosas que uno escribe son horrendas, pésimas, un mero boceto de una idea absurda o un intento fallido de una pretensión mayor. Muchas de las cosas que uno escribe no quiere que nadie las lea porque no están acabadas, no están preparadas para una lectura. Esto le pasa a todos los que en algún momento han sentido el gusanillo de escribir, hayan conseguido ser escritores o nos quedemos en el intento. Los que nos quedamos en el intento, los que no logramos más que ser pretendientes a escritores, los que como mucho podemos considerarnos escribidores, no corremos ningún riesgo. Cuando nos den sepultura puede que alguien registre nuestras carpetas, es verdad, pude incluso que alguien lea lo que contienen nuestras carpetas X files y esa lectura servirá para evocarnos con cariño, nada más. El riesgo es para aquellos que consiguen el estatus de escritor. Las aves de rapiña, camufladas bajo el amor filial o marital, escondidas tras la exaltación de la amistad o cubiertas de las plumas coloristas del investigador literario que pretende mostrar al mundo su descubrimiento de la Octava Maravilla, buitres impúdicos con afán de cotillas de escalera, sacarán los trapos sucios de don Escritor, revelarán al mundo aquello que su autor quiso ocultar, no pudo terminar o simplemente no le dio la gana que nadie lo leyera. ¿Dónde quedan aquí los derechos de autor? ¿Dónde el derecho principal de cualquier autor que es el de compartir o no su obra con nadie? No hablo de casos como el de John Kennedy Toole quien intentó hasta el suicidio que alguien tuviera la bondad de publicar su maravillosa novela La conjura de los necios y que su madre continuó con ese propósito recorriendo los Estados Unidos de punta a punta. En ese caso había una clara voluntad de ser publicado. Hablo del caso Kafka, o del caso Carver o de otros miles de casos. El último es el de Julio Cortázar. Hace unas semanas Alfaguara ha publicado lo último de lo último de Cortázar en un libro titulado Papeles Inesperados. Pues si nadie los esperaba para qué fastidiar las intimidades de Cortázar. Supongo que hay que hacer caja en estos momentos de crisis, supongo que es el aniversario de Julio Cortázar… Estos Papeles Inesperados son el último caso de desclasificación unilateral de los documentos top secret de alguien a quien le dio por escribir, habrá más, seguro. Un consejo para todos los escritores, escribidores y para cualquiera que en algún momento de su vida ha puesto sobre un papel unas palabras sin demasiada convicción; compren un buen mechero.

miércoles, 3 de junio de 2009

PRIMERAS NOVELAS


Supongo que la mayoría de los que intentamos escribir conservamos, olvidada en algún cajón físico o mental, una primera novela de infancia. Novelas inspiradas en los libros con los que nos iniciamos en la lectura, novelas que provocan el orgullo y los aplausos familiares, ¡mirad al peque, ha escrito una novela!, novelas que quemaríamos, sin dudarlo, temiendo que alguien en años venideros llegue a descubrirla, nadie escapa a la vanidad de las suposiciones, novelas que indican el punto de inflexión señalando el momento en el que dejamos de ser meros lectores y comenzamos a convertirnos en monos miméticos.


Cuenta Umberto Eco que sus primeras novelas de infancia estaban inspiradas en las aventuras de Emilio Salgari. Dice que eran proyectos en los que nunca superaba las veinte o treinta páginas y que dedicaba más esfuerzo a la cuidadosa elaboración de la portada y de las ilustraciones interiores, intentando ser lo más fiel posible a las ediciones de las novelas de Salgari ilustradas por Amato, que a la historia en sí. La primera novela de la que yo tengo un recuerdo vivo y profundo es también una de Emilio Salgari: En la selva virgen, editada por la editorial Gahe, Madrid, 1975 e ilustrada por Luis Vigil. Mi primer intento de novela, con nueve o diez años, también estuvo inspirado por Emilio Salgari, aunque reconozco que nunca pretendí ilustrarlo. Recuerdo que cambié, trucos miméticos, la costa y selva brasileña que servían de escenario a la novela de Salgari por las orillas del río Misisipi, no quiero recordar nada más.

sábado, 23 de mayo de 2009

EL EXITO ANTES DE EMPEZAR


Hace unos días vi en Telemadrid la entrevista a un niño, creo recodar que tenía nueve o diez años, que acababa de escribir una novela, una historia fantástica de dragones. Hasta ahí nada anormal. El género fantástico y el de aventuras son los géneros literarios que desde siempre han cautivado a los más pequeños. Hoy en día triunfa Tolkien o Rowling, las lecturas de mi infancia fueron Salgari o Verne, no es cuestión de entrar en valoraciones literarias. Lo importante de estas primeras lecturas es la capacidad que tienen para despertar en el niño el espíritu creativo. Todos aquellos que sufrimos y disfrutamos del vicio del escribidor hemos sentido en algún momento de nuestra infancia, tras una lectura apasionada, la necesidad de crear y contar nuestras propias historias. Lo que me llamó la atención de esa entrevista emitida en el canal de Esperanza Aguirre fue que una editorial se decidiera a publicar esa primera novela o cuento del niño en cuestión y pretendiera darle un carácter excepcional además de la consiguiente promoción comercial. No tengo nada en contra de las técnicas mercantiles, no se trata de eso. Mi duda, mi lamento, es la manipulación que del pequeño estaban haciendo. Le han hecho sentirse especial y eso está bien, pero al mismo tiempo han creado en el niño unas expectativas que quizá no lleguen a cumplirse. Me alegro de que ese niño sea ya consciente a tan temprana edad del vicio del escribidor, sin embargo creo que alguien le debería de prevenir de la dificultad que lleva consigo dicha pasión. Dos dificultades; la de conseguir contar lo que se quiere contar de una manera honesta con uno mismo y la dificultad de lograr que a alguien le interese lo que tienes que contar, conseguir editor y público. En la entrevista se veía a un niño que ya se sentía escritor, sólo espero que dentro de unos años no se sienta absolutamente frustrado intentando lograr algo que un día le dejaron rozar con los dedos.

miércoles, 20 de mayo de 2009

UMBERTO ECO


Umberto Eco recibió ayer la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes, en Madrid. Sin duda se merece todos los reconocimientos que le den. Las novelas y ensayos que he leído de él me parecen, en todos los casos, excepcionales, aunque reconozco que con algunos de sus ensayos, especialmente los dedicados a la semiótica, no alcanzo a comprender todo lo que expone este escritor turinés con pinta de tenor.
En relación a esto del mono mimético leí un texto suyo durante la presentación del libro; Sexo, colores y cianuro (EDAF y ACE, 2007), un texto que habla con claridad e ironía sobre el proceso creativo. El texto dice lo siguiente:


Ante todo es necesario un ordenador, obviamente, que es un máquina inteligente que piensa por ti, y para muchos sería una ventaja. Basta un programa de pocas líneas, lo sabe hacer hasta un niño. Luego se le introduce al ordenador el contenido de algunos centenares de novelas, obras científicas, la Biblia, el Corán y muchos listines telefónicos (utilísimos para los nombres de los personajes). Digamos unas ciento veinte mil páginas. Después, con otro programa, se mezclan todos estos textos al azar, con algún que otro ajuste, por ejemplo, eliminando todas las aes. Así, además de una novela tenemos un lipograma. Entonces se le da al print y se imprime. Al haber eliminado las aes salen algo menos de ciento veinte mil páginas. Después de haberlas leído atentamente, más de una vez, subrayando los pasajes más significativos, se cargan en un tráiler y se llevan a una incineradora. A continuación, nos sentamos bajo un árbol, con un carboncillo y papel de dibujo, y, dejando que la mente vague, se escriben dos líneas, por ejemplo: “La luna está alta en el cielo/ el bosque susurra”. Quizá no sale una novela enseguida, sino un haikú japonés, pero lo importante es empezar.”
ECO, Umberto. Sobre literatura. Random House Mondadori, Barcelona, 2005.

martes, 19 de mayo de 2009

MARIO BENEDETTI


Compañera,
usted sabe
que puede contar conmigo,
no hasta dos ni hasta diez
sino contar conmigo.

Si algunas veces
advierte
que la miro a los ojos,
y una veta de amor
reconoce en los míos,
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro;
a pesar de la veta,
o tal vez porque existe,
usted puede contar
conmigo.

Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo,
no piense que es flojera
igual puede contar conmigo.

Pero hagamos un trato:
yo quisiera contar con usted,
es tan lindo
saber que usted existe,
uno se siente vivo;
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco.

No ya para que acuda
presurosa en mi auxilio,
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

jueves, 14 de mayo de 2009

CONSEJOS DE ROBERTO BOLAÑO




Roberto Bolaño escribió:
Como ya tengo cuarentaicuatro años, voy a dar algunos consejos sobre el arte de escribir cuentos. 1) Nunca aborde los cuentos de uno en uno. Si uno aborda los cuentos de uno en uno, honestamente, uno puede estar escribiendo el mismo cuento hasta el día de su muerte. 2) Lo mejor es escribir los cuentos de tres en tres, o de cinco en cinco. Si se ve con energía suficiente, escríbalos de nueve en nueve o de quince en quince. 3) Cuidado: la tentación de escribirlos de dos en dos es tan peligrosa como dedicarse a escribirlos de uno en uno, y además lleva en su interior el juego más bien pegajoso de los espejos amantes: una doble imagen que produce melancolía. 4) Hay que leer a Quiroga, hay que leer a Felisberto Hernández y hay que leer a Borges. Hay que leer a Rulfo y hay que leer a Monterroso. Un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. Sí que leerá a Cortázar y a Bioy Casares, pero en modo alguno a Cela y a Umbral. 5) Lo repito una vez más por si no ha quedado claro: a Cela y a Umbral, ni en pintura. 6) Un cuentista debe ser valiente. Es triste reconocerlo, pero es así. 7) Los cuentistas suelen jactarse de haber leído a Petrus Borel. De hecho, es notorio que muchos cuentistas intentan imitar a Petrus Borel. Gran error: ¡deberían imitar a Petrus Borel en el vestir! ¡Pero la verdad es que de Petrus Borel apenas saben nada! ¡Ni de Gautier, ni de Nerval! 8) Lleguemos a un acuerdo. Lean a Petrus Borel, vístanse como Petrus Borel, pero lean también a Jules Renard y a Marcel Schwob, sobre todo lean a Marcel Shwob y de éste pasen a Alfonso Reyes y de ahí a Borges. 9) La verdad de la verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra. 10) Piensen en el punto número nueve. Piensen y reflexionen. Aún están a tiempo. Uno debe de pensar en el nueve. De ser posible: de rodillas. 11) Libros y autores altamente recomendables: De lo sublime, el Seudo Longino; los sonetos del desdichado y valiente Philip Sidney, cuya biografía escribió Lord Brooke; La antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters; Suicidios ejemplares, de Enrique Vila-Matas, y Mientras ellas duermen, de Javier Marías. 12) Lean estos libros y lean también a Chejov y a Raymond Carver, uno de los dos es el mejor cuentista que ha dado este siglo.
Este texto es el prólogo al libro Cuentos, de Roberto Bolaño, editado por Círculo de Lectores (2008), bajo licencia de la editorial Anagrama.

domingo, 10 de mayo de 2009

CON EDGAR ALLAN POE TODOS TENDRÍAMOS DE SOBRA



No podía faltar en la selección de cuentistas que hace Bloom el nombre de Edgar Allan Poe. Este año, por aquello de los aniversarios, oportunamente utilizados comercialmente, todo el mundo habla y hablará de Poe y las editoriales se volverán locas reeditando las obras del autor bostoniano. Así lo han hecho Edhasa, Alianza o Páginas de espuma. Recurren a la traducción de Julio Cortázar, no creo que únicamente por el reclamo comercial de juntar a dos grandes de la literatura, sino por el indudable valor del trabajo realizado por Cortázar. Personalmente no he leído los cuentos de Poe en la versión del escritor argentino, los leí en alguna otra versión, no especialmente cuidada. Sí he leído las notas y comentarios que realizó Julio Cortázar sobre Poe (Obras completas, Alfaguara) y disfruté, como si de un auténtico relato se tratara, la biografía que hace del autor de El cuervo. Se escapa a mis propósitos las posibles similitudes e influencias entre uno y otro autor, de lo que estoy convencido es que a Cortázar le fascinaba Poe y eso está presente en sus traducciones y sus comentarios críticos.
Para Harold Bloom no es Poe el cuentista más destacado, quizás se decante más por Henry James, aunque no deja ensalzar el personal estilo de Poe. Por cierto, en Cuentos y cuentistas, Bloom también incluye en su top39 de cuentistas a Julio Cortázar, por algo será. De Edgard Allan Poe dice Bloom: “Si Emerson no te gusta, con probabilidad te gustará Poe. Emerson fue el padre del pragmatismo; Poe no fue el padre de nada en absoluto, que es lo que él quería.” Personalmente, con toda probabilidad, me gusta Poe, sin desmerecer a Emerson del que creo que no he leído nada. Hago mías las palabras de Roberto Bolaño: “La verdad de la verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra.”

lunes, 4 de mayo de 2009

CUENTOS Y CUENTISTAS


A Harold Bloom le gustan los cánones, de eso no hay duda, su imprescindible libro El canon occidental lo demuestra. A mí no me gustan los cánones, sin embargo me entusiasman los libros de crítica literaria de mister Bloom. Puede que no esté de acuerdo con muchas de sus apreciaciones, puede que otras muchas se escapen a lo que yo soy capaz de entender, pero reconozco que sus libros me sirven como punto de referencia y acicate para la lectura de autores que desconocía o que temía. Sí, hay autores o libros a los que se teme. Los coges entre tus manos, los miras, los abres y…, algo te impide hurgar entre sus párrafos. Miedo, pereza, sentir que no es el momento, cualquier excusa es buena. A mí me sucede con libros como Ulises, de Joyce o En busca del tiempo perdido, de Proust. Los libros como los de mister Bloom me ayudan a vencer mis particulares miedos de lector. Hace unas semanas Páginas de espuma publicó Cuentos y cuentistas donde Harold Bloom hace un repaso a su particular Olimpo del cuento. Treinta y nueve autores desmenuzados y analizados. Treinta y nueve grandes de la literatura que confirman, una vez más, que el cuento, como género, sólo es pequeño en extensión.

miércoles, 29 de abril de 2009

ESPRESSO BOOK MACHINE


Su tabaco, gracias. Ahora escucharemos a esa misma voz (con intenciones eróticas, pero con matices de Terminator) decirnos: Su libro, gracias. Ya está aquí, ya ha llegado. La llaman Espresso Book Machine. Se encuentra en la librería Blackwell, en la calle Charing Cross Road, conocida precisamente por sus librerías y por ser escenario central de alguna que otra película. Este monstruito electromecánico es capaz de sacar de sus entrañas un libro en cuestión de pocos minutos, imprime cien páginas cada sesenta segundos en papel de buena calidad, letra legible y con tapas incluidas. En sus tripas tiene espacio para medio millón de títulos, ampliable en breve a la redonda cantidad de los seis ceros. Así las librerías ahorrarán espacio y polvo y también, claro está, se ahorran las visitas de esos clientes pesados que lo único que hacemos es pasear por las estanterías en busca de un título inesperado que nos sorprenda. Supongo que al lado de la Bestia de las bestias del universo Gutenberg el librero de turno pondrá, para hacer más amena la espera, una máquina expendedora de café espresso, que también dirá eso de: Su café, gracias.

martes, 28 de abril de 2009

JUAN MARSÉ



Le han dado el Premio Cervantes a Juan Marsé. Me alegro. Lamento que no se lo hayan dado a otros muchos que se encontraban en la lista de candidatos. Me alegro de que se lo hayan dado a él y no a unos cuantos que también estaban en la lista de candidatos. Al fin y al cabo los galardones son un reconocimiento público a un trabajo realizado, en este caso a toda una vida de trabajo literario. Sinceramente creo que Juan Marsé ha hecho méritos más que suficientes para merecer este reconocimiento público. Yo siempre le estaré agradecido por dejarme leer Rabos de lagartija y La muchacha de las bragas de oro. Enhorabuena Juan Marsé.
En un libro de Juan Ramón Iborra, Confesionario, Marsé habla sobre esto de escribir o sobre esto de ser, como diría el propio Marsé, aprendiz de escritor. Iborra afirma:
La forma de mirar, también es un arma, necesaria en su oficio.
Marsé responde:
Es que el escritor sin oído atento siempre… Pero atento no sólo a lo que te cuentan, sino a cómo te lo cuentan. Eso implica consideraciones sobre el carácter de la persona que te está hablando. Por lo tanto es una doble observación. Con los ojos y con los oídos. Y es necesario poner el oído… A no ser que tengas un mundo propio tan absolutamente redondo, ya terminado- en el terreno de la imaginación- que no necesites ningún tipo de estímulo del mundo exterior.Ojos y oídos, qué el mundo está lleno de estímulos.

jueves, 23 de abril de 2009

EL DIA DEL LIBRO


Hoy es el día del Libro. El día del Libro, el día del Premio Cervantes, el día de San Jordi, el día de la lectura (qué abominación) ininterrumpida del Quijote, el día del centenario de Shakespeare y de Cervantes, hoy es el día de las rosas, el día de los puestos de libros en las calles (10% de descuento), el día del dragón asesinado, el día en el que el vástago de Pemán reivindica glorias y honores que ya tuvo su progenitor (sin consenso, naturalmente), el día de cientos y miles de actos culturales, el día de de un montón de gilipolleces. Hoy es el día del libro, sí. Hoy me niego a leer. Hoy veo la tele. Ya habrá tiempo de leer mañana que seguramente será, también, el día mundial de algo, pero no del libro.

miércoles, 22 de abril de 2009

LAS MANOS CORTADAS


Ayer estuve en la presentación del último libro de Luisgé Martín; Las manos cortadas (Alfaguara). El cicerón de la presentación fue Luís Merlo y no sé si ver en ello, además de la amistad confesada entre ambos, una posible versión cinematográfica de la novela, donde, creo, Luís Merlo encarnaría perfectamente el papel de su tocayo. Conjeturas mías, por supuesto.
Las manos cortadas es una novela política, en donde Luisgé nos habla de buenos y malos, porque como él mismo dijo ayer durante la presentación, siempre hubo y siempre habrá buenos y malos, olvidemos ya el relativismo tan políticamente correcto. Sin embargo, a pesar de esa intención política, Luisgé no puede prescindir, ni creo que quiera, de impregnar esta novela política y de intriga con una buena dosis de sentimientos, que no sentimentalismo. Luisgé, lo dijo él mismo en el programa de Sánchez Dragó (como dijo Roberto Bolaño en Los mitos de Chtulhu “me encanta Sánchez Dragó"), pretende cambiar el mundo con su literatura, aportar su granito de arena para que ésta civilización avance hacia un mundo mejor, más justo. Por eso en esta novela nos habla de Allende y de Víctor Jara. Por eso en esta novela, bajo la intriga y las olas del océano se encuentran los sentimientos, la vida y la dignidad. Por eso ayer durante la presentación de esta novela nos habló del compromiso político, nos habló de Dick Cheney y de Esperanza Aguirre. Por favor, Luis, tu próxima novela que hable de Esperanza Aguirre, por favor.

viernes, 17 de abril de 2009

SIGUIENDO CON ATXAGA


Siguiendo con Atxaga y con Obabakoak, hay otro capítulo titulado “PARA ESCRIBIR UN CUENTO EN CINCO MINUTOS” donde el autor recomienda escribir frente a una ventana, nada de hacerlo frente a una pared monocromática y anodina. Hay que dejar que el paisaje entre en nosotros, nosotros en el paisaje y todo ello, de alguna manera, en lo que estamos escribiendo. También recomienda Atxaga escuchar música, cualquier canción, dice, siempre y cuando la letra de la misma nos resulte incomprensible, una canción rusa, pone él como ejemplo. Yo, personalmente, utilizo algún que otro disco para crear un ambiente propicio, aunque confieso que nunca he escuchado ninguna canción rusa. Tendré que conseguir algún disco de canciones rusas, pero no le diré a la nueva ministra de Cultura como me he hecho con ese disco.

HABLANDO DE ATXAGA



Hablando de Ataxaga, recuerdo, releo, algunos consejos que da en Obabakoak. En el capítulo titulado: MÉTODO PARA PLAGIAR, expone una teoría que mucho tiene que ver con el Mono Mimético de Tusitala. De los consejos que da señalo aquí la síntesis final:
“Pues eso, que los escritores no creamos nada nuevo, que todos escribimos las mismas historias. (…) El mundo, ahora, no es sino una enorme Alejandría, y los que vivimos en ella nos dedicamos a hacer comentarios acerca de lo que ya ha sido creado, y nada más.” Pues eso, nada más. Releeré y releeré hasta aprenderme de memoria el método para plagiar que sugiere Atxaga y, quizás, algún día de estos consiga plagiar esa maravillosa novela, quizás, pueda hacer mis particulares comentarios sobre Obabakoak. Y nada más.

martes, 14 de abril de 2009

BERNARDO ATXAGA


Las novelas de Bernardo Atxaga son como txirimiri. Las leo, noto sus gotas lentas y agradables sobre mis neuronas, me gusta el tacto de esas palabras dulces, paseo bajo esa fina lluvia, bajo los mundos que Atxaga crea, me produce placer la humedad nada estridente de su prosa y me dejo llevar, sin paraguas, sin prevenir charcos, sin temor a mojarme. Sólo al terminar el paseo, al cerrar el libro, me doy cuenta de que estoy calado, empapado, mojado hasta el tuétano. Acaba de llegar a las librerías Siete casas en Francia. Acabo de comprar el libro. Me voy a dar un paseo, bajo el txirimiri. Me gusta cómo me empapa Atxaga.

domingo, 12 de abril de 2009

INCREIBLE CORÍN



Más de cuatro mil títulos publicados. Más de cuatrocientos millones de libros vendidos. Traducida a veintisiete idiomas… Increíble. Ha fallecido Corín Tellado. No he leído nada suyo, no creo que lo haga, pero le muestro con estas escuetas líneas mi más sincera admiración. Años: 82, días: 29.930, títulos: 4.000; eso da una media de un libro cada siete días y medio y esto sin tener en cuenta los años de la infancia, enfermedades, viajes, vacaciones y un montón más de circunstancias que le pueden impedir a cualquiera escribir. Impresionante. Cuatro mil salvas en su honor, cuatro millones de flores para Corín.
Zafones y compañía, aprended.

lunes, 23 de marzo de 2009

EL MONO MIMÉTICO



Cuenta Sergio Pitol en El Mago de Viena que leyendo a Alfonso Reyes descubrió un consejo del escritor escocés Tusitala, más conocido como Robert Louis Stevenson, para aquellos que desean comenzar en el obsesivo vicio del escribidor, una recomendación recogida en la Carta a un joven que desea ser artista. El método de Stevenson consiste en aprovechar al máximo nuestra natural capacidad imitativa, en ser más simios que nunca, en convertirnos en unos monos miméticos. El aprendiz de letras ha de afrontar las lecturas de los autores de su particular altar literario de una manera cercana a la disección científica. El placer esteta tiene su importancia fundamental en la lectura, pero cuando a uno le ha entrado el virus ansioso del escribidor la lectura se convierte en un ejercicio de aprendizaje. Uno lee, lee y lee y de manera consciente o inconsciente imita, imita e imita. Ese es el camino, ese es el método. Con el tiempo llegará la originalidad, que no es el hallazgo de lo nunca contado, sino el hallazgo de una manera personal de contar lo que ya ha sido contado una y mil veces. Leer, leer y leer, siempre leer. Lo demás ya vendrá o no.